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Comunicación infantil: Los niños, prescriptores de valores

Es frecuente trasladarles de forma inconsciente nuestras propias expectativas, prejuicios y estereotipos, lo que puede afectar a su autoestima y motivación. No se les debe etiquetar, juzgar ni limitar su capacidad por su edad. Debemos hacerles sentir únicos. La comunicación dirigida a los niños y jóvenes debe aportar valor, ya sea mediante contenidos de interés o experiencias. En la medida de lo posible, debería ser participativa, incentivar su curiosidad, invitar al juego, desarrollar su imaginación…

En mi opinión debería evitarse hacer comunicación dirigida a niños y jóvenes si esta tiene por objetivo persuadirles para la compra o prescripción de un producto o servicio. Hay compañías como Coca-Cola que tienen el compromiso expreso de “evitar realizar marketing dirigido a niños”.

Por contra, la comunicación dirigida a niños y a jóvenes debería perseguir tres objetivos principales: informar de forma objetiva, formar y entretener. Además debería estar basada en la transmisión de valores. Comunicar a este público las acciones de responsabilidad social corporativa que realiza la empresa, con un lenguaje cercano y sencillo, puede ser una buena vía para conseguirlo.

Más allá de utilizar a los niños como prescriptores de productos, podríamos convertirlos en prescriptores de valores para sus padres y la sociedad, ayudando así en la difícil tarea de mejorar el mundo. Por ejemplo, los niños pueden ser unos fantásticos prescriptores para trasladar a sus padres el mensaje de la importancia de equilibrar su vida laboral y familiar reservando tiempo de calidad para dedicarles.

Claves de la comunicación infantil

La comunicación dirigida a niños y jóvenes debe ser cercana, hablando su idioma, utilizando un lenguaje claro y sencillo. Debe estar protagonizada por otros niños o jóvenes, reforzando así su orgullo y autoestima, o por personas famosas que se conviertan en sus ídolos y puedan servir de ejemplo por sus valores, como la solidaridad, la bondad, la generosidad, la igualdad… más allá del individualismo, la competitividad, el poder, el éxito, el dinero, el culto al cuerpo, la diferencia de géneros…

En definitiva, la comunicación infantil debe ser responsable y estar basada en la transmisión de valores, en vez de en el consumo.

Este artículo aparece en el número de la primera quincena de julio de El Publicista, que contiene un especial dedicado a El Chupete. 

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