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Vivir para el fin de semana

Cuando conocí a Carlos, los dos trabajábamos en Radio Nacional de 8:00 a 15:00. Una de las primeras cosas que le conté cuando empezamos a salir es que no me gustaba vivir para el fin de semana. No concebía que la semana fuera solo para trabajar y solo el fin de semana para disfrutar. Me gustaba hacer algo cada día: comer, merendar o cenar fuera, dar un paseo por un parque, ir a un concierto, ir al cine, leer un libro, escribir, pintar…

Tiempo después los dos trabajábamos en agencia de publicidad de sol a sol. En publicidad no hay horarios. Además de las largas jornadas son habituales los saraos afterwork a los que inicialmente nos sumábamos con ilusión. Poco a poco, cuando volvimos a ansiar tener vida más allá del trabajo, empezaron a sobrarnos, pero si no vas, te conviertes en el rarito. Llegaron a decirme: “el reconocimiento y los ascensos se ganan de cañas; consolida el equipo”, lo que me convertía en una trabajadora insociable y de segunda.

Ser dueños de nuestro tiempo

A raíz de mi salida de la empresa, del nacimiento del movimiento #mamiconcilia y de que Carlos se sumara al proyecto, hemos sentido con mayor intensidad que nunca lo que es vivir la vida, sin necesidad de aprovechar el fin de semana como si no hubiera mañana.

Ha habido fines de semana que hemos trabajado, semanas en las que hemos currado todos los días ante la compasión de nuestros padres, que no entienden esta nueva forma de trabajar. Trabajar por objetivos, no por horas. Trabajar los fines de semana y tomarse días libres entre semana. Trabajar siete días a la semana pero solo alguna hora cada día, no jornadas de ocho o más horas. Lo importante no son las horas o días que trabajes sino que el trabajo esté hecho y quede tiempo para vivir. Y nosotros nos sentíamos libres, porque éramos dueños de nuestro tiempo.

Vivir para el fin de semana

Ahora que nuestro hijo ha empezado el colegio, volvemos a sentir lo que es vivir para el fin de semana. Aprovechamos lo mejor que podemos las horas en las que el peque está fuera y cuando sale intentamos ir al parque y disfrutar de las horas de sol pero con la jornada escolar partida el día se queda en nada, y eso que todavía no han cambiado el horario (no quiero ni pensar cómo va a ser cuando salga casi de noche del cole).

Al peque le faltan horas de juego, horas de familia y también horas de sueño. Se ha aprendido rápido los días de la semana y los cuenta como un preso, preguntando cada mañana: “¿Ya es viernes?”. Los sábados se levanta aliviado, “¿Hoy no vamos al cole?”, y los domingos vuelve el agobio, “¿Mañana ya hay que ir al cole?”.

No nos gustan los lunes

Y todo esto me reafirma en la idea de que algo falla. No tiene sentido que niños tan pequeños sean privados de la sensación de libertad y tengan tan marcada la fobia a los lunes. No empezamos bien.

Hay que cambiar las cosas desde abajo, desde la escuela, desde los más pequeños. Ellos son el futuro. Pero si quienes la organizan, la dirigen y la manejan cada día tienen mentalidad adulta, contaminada, vamos mal.

Ya lo dice la canción de Petit Pop: “No nos gustan los lunes”

https://soundcloud.com/petit-pop/no-nos-gustan-los-lunes

4 comentarios en «Vivir para el fin de semana»

  1. Que cierto cuando dices que uno no quiere vivir para el fin de semana!!!! uno quiere hacerse cargo de sus tiempos y de poder estar y disfrutar a los niños. Yo tengo tres, dos en el colegio ( 9 y 5) y una en el jardín. A pesar de que mi horario de trabajo, me permite estar bastante con ellos, no le sucede lo mismo a mi marido. Y queremos el cambio, lo necesitamos. Queremos ambos hacernos cargo ambos de los niños, no tener que estar contando los días para el finde, poder arrancarnos un día en la mañana al cine mientras los niños están en el colegio… pero por acá ( en Chile) eso suena muy raro. Jornadas muy largas de trabajo, poquísima flexibilización, en fin…Excelente pagina!!!! mil felicitaciones por el movimiento y por todos los sueños!!!!!

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    • Muchas gracias por tu comentario. Os animamos a dar ese giro a vuestra vida. Seguro que merece la pena.
      En España las cosas tampoco son mucho mejores. De ahí la importancia de este movimiento.

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  2. Creo sinceramente que no son ellos, somos nosotros. Como nosotros percibamos un acontecimiento como el comienzo del colegio, así se reflejará en nuestros hijos. A nosotros en agosto nos dijeron en el infernal grupo de Wasap de clase que este año no iba a estar la profesora del año pasado. Los padres han montado verdaderos pollos, han pedido mil explicaciones al centro e incluso han crucificado a la sustituta.
    Nosotros el día que nos enteramos, a media tarde, después cenamos y todo. Nuestro hijo se ha adaptado como un guante, como siempre. Incluyendo sus pocos días de inestabilidad emocional que consideramos normales.
    Nosotros personalmente hemos felicitado a la profesora por su trabajo, mientras los otros padres (o al menos algunos de ellos) se tragaban un limón en la reunión de padres al escuchar nuestras palabras.
    Nuestros hijos no viven en un mundo ideal, como tampoco lo hicimos nosotros de niños. Luchemos por cambiar cosas, pero dejémosles al margen y procuremos que sientan un equilibrio emocional lo más duradero posible. Volquémonos en que se sientan genial, en lugar de que sean genios a toda costa.
    Otro tema aparte, el tipo de colegio. Igual se piden peras al olmo.
    Un abrazo y si he metido mucho la cuchara con mis comentarios, pido disculpas.

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    • Hola Nacho:
      Gracias por tu comentario. En esencia estamos de acuerdo. Es cierto que la actitud de los padres puede afectar mucho a los hijos. Son esponjas. Y también lo es que colegio y familia tienen que remar en la misma dirección porque si no, le haremos flaco favor al niño. En ambos puntos lo hacemos lo mejor que sabemos. También pensamos que es más importante que los niños sean felices y se equipen con herramientas para la vida que pretender que sean genios. Y ahí es donde nos entra la duda de si acertamos con el colegio. En cualquier caso, no culpo al colegio. La elección fue nuestra y siempre nos queda la opción de cambiarle. Mientras tanto seguimos al pie del cañón, tratando de hacerlo lo mejor que sabemos, aprendiendo e intentando sacar lo mejor de cada dificultad, porque no siempre el viento sopla a favor, pero las piedras en el camino curten para el futuro.
      Un abrazo y de nuevo gracias por tu comentario.

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