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De Hombre G a Padre G

Los Hombres G reconocieron en una entrevista con Risto Mejide que, a pesar de su incuestionable éxito, nunca se consideraron buenos músicos. De hecho, tenían complejo con respecto a otros colegas de profesión con menos éxito y más talento. Dicho esto, llegaron a la conclusión de que lejos de ser los mejores en lo suyo, fueron los adecuados para el momento que les tocó vivir y para los millones de fans que les llevaron al estrellato.

Así me siento y, sobre todo, así me sentí el pasado día del padre en las Jornadas sobre Paternidades Corresponsables organizadas por AHIGE. Rodeado de padres con los que me identifico en gran medida, pero con matices que considero notables.

Pasada la euforia inicial, incluso visionando el vídeo de mi charla, siento cierta distancia y me ha llevado a reflexionar de forma profunda.

Quizá la frase que mejor define mi singularidad es la de educar a nuestros hijos “para que se vayan de casa cuanto antes”. Detrás de esta filosofía educativa se encierran muchas cosas y se liberan otras tantas. Quizá la más importante es la de que nosotros no hemos puesto en nuestros hijos el foco único de toda nuestra vida familiar. Hemos repartido esa dedicación y ese foco entre todos los miembros de la familia, incluyendo a Jano (nuestro gato), a nosotros como pareja y como personas individuales. Nos seguimos llamando por nuestro nombre mutuamente. Fátima y Nacho. Mamá y Papá también somos, pero solamente para nuestros hijos.

Cuando profundizo en este mundo de la paternidad corresponsable, me confieso incapaz de cumplir al 100% ese patrón dominante de la “crianza con apego”. Pongo tres ejemplos: la lactancia materna de larga duración, el colecho intensivo o el porteo como monopolio del transporte de un bebé.

En los tres casos debo decir que me desmarco de esa tendencia, que soy… ¿más práctico? y que busco alternativas que bajo mi punto de vista potencian la conciliación familiar colectiva. Admiro y respeto a quienes optando por los tres ejemplos mencionados, pueden conciliarlo todo. Por eso no me considero un padre modelo que deba mostrar el camino correcto a otros.

Dicho esto, vamos a otro ejemplo. El primer día de colegio de Óliver (con año y medio) fue un día feliz para todos. Nadie lloró por la separación. Ninguno de los tres. Un buen síntoma de esa autonomía con la que está creciendo. Hoy en día sigue en la misma línea, convertido en un líder emocional entre sus compañeros.

Con la misma alegría que llega al cole y se despide de nosotros, coge su abrigo con una sonrisa cuando vamos a recogerle.

Como diría mi Yaya… “en resumen”, fue un orgullo formar parte del grupo de personas que nos reunimos para hablar de la paternidad y de que Usúe Madinaveitia y Carlos Fernández, los @mamiconcilia y @papiconcilia originales, hayan confiado en mí para representar un movimiento que ellos impulsaron desde cero.

Sin embargo, esta experiencia me lleva a preguntarme si soy un Hombre G y ahora un Padre ídem.

Me conformo con ser el padre adecuado para Óliver y Alma. Su mirada me dice que voy por el buen camino.

Fin del documento.

Os dejamos con el vídeo resumen de la intervención de Nacho en las jornadas:

https://youtu.be/61OQnqVhZ9o
 

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