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Cómo hacer que nos escuchen

La primera respuesta que me viene a la cabeza al leer este título es ESCUCHÁNDOLES, pero realmente, el primer paso para que ellos nos escuchen es identificar la emoción detrás del comportamiento ya que seguro podemos saber mucho más sobre el por qué se ha dado un mal comportamiento o gamberrada.

No hacer caso a los sentimientos del niño puede acrecentar mucho más el problema y obtener una respuesta-rebote aún peor.

Escuchen sus problemas

Como ya hemos repetido unas cuantas veces en esta página, los problemas de un hijo son igual de importantes que los tuyos pero a su escala, de modo que para no “hacerlos de menos” pongámonos en su piel: ¿qué pasaría si en el trabajo nos quejamos a un compañero sobre algo y él nos dice que la culpa es nuestra y nos cuestiona o nos lanza un “ooohhh qué pena” falso? Si ya nos fastidia cuando nos dan consejo o nos psicoanalizan, imaginároslo.

En el caso de nuestros hijos además están identificando esos sentimientos con lo que debemos ayudarles con ello, a ponerles nombre y a no juzgar. Que vean que nos preocupamos y no que somos parte del problema.

Del mismo modo, cuando los problemas vienen de algo que acaba de hacer, una trastada o un mal comportamiento, podemos describir el problema en vez de culparle directamente —“el jarrón está en el suelo hecho añicos”—, dar información del problema  —“ahora está roto en mil pedazos y podemos cortarnos con los trozos, las flores no tienen agua y el agua puede estropear el suelo”—, y sobre todo, decirle cómo nos sentimos, cómo nos afecta el hecho y su comportamiento.

Podemos finalizar haciendo listas con opciones, las más ridículas incluidas, para después eliminar las que no valen para poder llegar a un compromiso con él y cumplirlo.

Autonomía y confianza

Debemos además apoyarles y enseñarles para que sean autónomos y tengan confianza en sí mismos.

Dejarles que elijan, empezar por ejemplo con los modelos completos de ropa o el color para continuar con cada parte de ropa, dentro de las opciones que les ofrezcamos.

Con las actividades, lo mismo: podemos hacer una lista de cosas a las que pueden jugar y dejarles elegir qué quieren hacer en cada momento.

Respetar su esfuerzo y animarles mientras lo están haciendo, dejarles hacer y no hacérselo. Atarles los zapatos posiblemente nos ahorre tiempo a nosotros, pero será una oportunidad perdida para él que se puede convertir en algo muy frustrante.

Preguntas incómodas

Aprovechemos todas esas preguntas complejas que aparecen para, primero, saber por qué preguntan y qué piensan sobre lo que preguntan y, después, para contestarles y guiarles, o bien, si no sabemos la respuesta, para no mentirles y animarles a que busquen ellos la mejor respuesta posible, preguntando a otros familiares, amigos, buscando en libros…

Ayudemos a nuestros hijos a ser más autónomos y abrámosles un campo de oportunidades.


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