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Entrevista a Javier de Domingo, socio fundador de Siloshombreshablasen

¿Qué tipo de crianza promovéis? ¿Cuáles son sus principales características? 

La Fundación siloshombreshablasen no promueve un estilo de crianza, ni a quién votar, ni cómo vivir o sentir o parir. Eso es un asunto muy personal de cada uno y responde a las historias personales de cada uno. Nosotros lo que promovemos es una conversación. Pensamos que el hombre se ha aislado y ha sido aislado de su ser, como también lo fue la mujer y que ha llegado el momento del reencuentro con uno mismo. Es decir, promovemos el trabajo personal, el desarrollo humano, el crecimiento, la construcción de adultos sanos a nivel mental, emocional y físico.

Desde ahí, desde el autocuidado a esos 3 niveles seguramente los estilos de crianza sean más amables, más respetuosos, más conectados, más constructivos y así puedan ser más fácilmente interiorizados. Evidentemente y con carácter individual y particular nos sentimos más cercanos a algunas prácticas, corrientes y filosofías, pero no haríamos bien nuestro trabajo si nos dedicásemos a señalar con el dedo a los que no piensan, actúan o crían según nuestros estándares.

Si algo nos caracteriza es intentar vivir y transmitir los valores de la responsabilidad, el amor conectado, el respeto, la amabilidad, la escucha, la acción real, el perdón, el trabajo, la cercanía a nuestros bebés, la mirada interior más que el foco en la exterior, el desarrollo personal, la integridad… ahí es donde nos movemos.

Nuestro estilo de crianza intentamos que sea nuestro estilo de vida de adulto y que haya coherencia entre ambos, sino seríamos charlatanes. No somos ejemplo de haberlo logrado, ni lo pretendemos. Lo que sí hacemos es una propuesta de intentarlo y ayudarnos los unos a los otros a ello.

Sí, es evidente que en siloshombreshablasen predominan los padres y las madres orientados a una crianza con apego. Pero algo que tratamos de repetir es que la crianza con apego no es monopolio de nadie, es un bien universal que aprendemos poco a poco a interiorizar. Que la crianza con apego no es colechar, lactar y portear hasta edades avanzadas. Intentamos vivir la crianza con apego no en el postureo que a veces se impone de manera inquisitiva en el mundo virtual sino desde la perspectiva clara de darnos a nosotros mismos y a las demás personas aquello que desde la crianza con apego se busca dar a los más pequeños. De poco sirve escuchar al niño y luego ser violento con otros adultos.

Por eso nuestra propuesta es la de trabajarnos a nosotros mismos, se venga de donde se venga, aunque sea de las antípodas a la crianza con apego o desde el machismo. Precisamente se necesitan articular mecanismos para que quien vive y convive con posturas menos respetuosas tenga un espacio que le sirva de puente o de ayuda a dejar esas posturas y buscar otras más beneficiosas para todos. Solo así transformaremos de verdad las cosas. Si un papá practica el método Estivill o se expresa desde un machismo rancio, de poco sirve exponerle, insultarle, arrinconarle y estigmatizarle. Eso es violencia y es todo menos respetuoso. Nosotros intentaremos acompañarle en el viaje hacía maneras más respetuosas con los bebés y con las mujeres, no sirviéndole de coartada, sino de ejemplo en un hacer diferente que le invite a hacer el cambio que de otra forma solo le serviría para parapetarse en lo que hasta ahora ha aprendido.

¿Qué papel juega el padre en este tipo de crianza? 

Principalmente activo. El de responsabilizarse de sí mismo informándose de aquellas cosas que le afectan a él, a su pareja y a lo que han construido entre ambos. Una vez informado de lo que afecta a sus vidas (embarazo, parto, puerperio, lactancia, crianza, etc.), tomar decisiones respetuosas de cómo encararlas y de contribuir con respeto y consciencia al mundo de la pareja y al de los hijos.

Defendemos que nuestro estilo de crianza sea un ejemplo de nuestro estilo de vida. Nos equivocaríamos y daríamos mal ejemplo a nuestros hijos si la escucha a sus necesidades desaparecen con los adultos. Defender un parto respetado, la escucha a la mujer y sus necesidades durante la gestación, parto y puerperio, o el respeto a los ritmos de desarrollo de los niños tiene que continuar con la mirada a los adolescentes, a los adultos y a nuestros mayores. Con demasiada frecuencia se ve una mirada aparentemente benévola con los más pequeños e inquisitiva con los más mayores. 

El hombre y padre está despertando y ha de reubicarse, no imponerse, sino encontrar su sitio, no por ser hombre, no por su género o estatus de padre, sino por las capacidades y actitudes que como ser humano haya decidido desarrollar.

Ejemplos claros: un hombre no ha de estar en el parto porque sí, solo por ser el padre, solo si entiende lo que aquello implica y se reubica atendiendo a lo que requiere la situación y no un deseo interno que puede interferir y afectar a la vida de su bebé. Para ello es importante que se informe y se forme. El hombre (y la mujer) toma infinitud de decisiones fundamentales para sus hijos y para ellos mismos sin estar informados o formados y bajo prejuicios, hábitos heredados o comodidades propias. Esto se hace  diariamente y se defiende públicamente sin la menor conciencia de las propias acciones. El nuevo hombre, el nuevo padre, el nuevo ser humano debe aprender más y mejor sobre lo que le afecta a él, a su pareja y a sus hijos.

¿Cómo hacer que el protagonismo de nuestros hijos no nos anule como personas, más allá de nuestro rol de padres o madres? 

Qué gran pregunta. Para cuidar bien es fundamental el autocuidado. De poco sirve dejarnos la piel en estilos de crianza que resultan maravillosos pero muy exigentes porque confrontan un mundo que se opone a ello si luego acabamos derrotados, anulados y agotados. Hay que saber medir y medirse. Extraña lección es entregar toda nuestras energías a otra persona a costa de dañar la propia y/o la de la pareja.

Pensamos en la familia como un sistema que ha de equilibrar sus energías. Vemos parejas que se rompen por llevar las cosas al exceso o a la obstinación poniendo a los hijos como excusa de algo que a veces no funcionaba previamente. Las separaciones o los abandonos pueden evitarse o reducirse si aprendemos a cuidarnos. Esto implica aprender más sobre los asuntos que importan y ver hasta donde podemos llegar y calibrar si no merece la pena hacer cambios estructurales que nos faciliten las cosas. A menudo hay un empeño de llevar un estilo de vida concreto, un trabajo concreto, en una zona concreta, en tal colegio y con unos hábitos concretos y sostener todo eso a veces puede ser demasiado para la pareja.

En crianza el auténtico enemigo es el cansancio y la obstinación.

El cansancio por el agotamiento que implica tratar de cumplir todas nuestras expectativas en relación a los guiones que se nos han encomendado (el de hombres, el de padres, el de trabajadores, hijos, amigos, vecinos, etc…) y la obstinación en ser esto o aquello, con dificultad en la renuncia o en valorar lo que se gana y hacer foco constante en lo que se pierde.

Creo que es importante cultivar la higiene energética. Sin energía no llegamos adecuadamente a nuestros hijos y a nuestras parejas. El nuevo sistema ha de trabajarse, ha de regularse, ha de observar todos los elementos y no solo hacer foco en los más pequeños o en la mujer. El hombre es parte del sistema y todos han de estar medianamente bien para que pueda funcionar.

Así, el autocuidado nos resulta indispensable. El autocuidado implica quererse, mimar al otro, revisarse, observar si estamos en guerra, enfadados, en constante confrontación con nosotros y el mundo, agarrotados, con miedo, tristes o por el contrario si podemos generar alternativas sanas, restauradoras, conciliadoras con nuestro sistema y con el entorno. Eso intentamos al menos en siloshombreshablasen.

Renegáis de los premios y castigos. ¿Cuál es la alternativa?

Nosotros renegamos de la violencia, lo cual no implica que no exista en nosotros. Será muy muy raro ver en nosotros, los 4 socios de la fundación, actuar o expresarnos de manera violenta, de manera pública o privada. Esto es parte de nuestra identidad y es clave en nosotros. Si ocurre, que puede ocurrir pues somos seres vivos que se equivocan, haremos por corregirlo, siempre.

No somos expertos en pedagogías. No somos expertos en saber qué es lo mejor y qué líneas editoriales brillan por su excelencia. Es muy frecuente ver que quién más en contra está de los castigos con los niños luego los ejerce con los adultos. Solo hace falta subir al coche y ver como “conduce” su vida un adulto y eso es algo que no se les escapa a los que van sentados detrás.

No nos gustan los premios y castigos lo cual no significa que no incurramos en ellos. Tratamos de aprender modalidades más amables, más conscientes, más respetuosas, con mayor mirada hacia los pequeños, evitando el adultocentrismo que lleva a la domesticación y manipulación de los hijos… pero no creo que nadie pueda certificar que no premia y castiga en su vida, ya sea a sus hijos, a sus parejas o la gente de su entorno vital o virtual. Muchos premios y castigos son muy sutiles y se escapa incluso a la mente más controladora o más trabajada. Venimos de ahí. Lo importante no es si lo hacemos o no, sino el tomar conciencia de cuando sucede para intentar reducirlo al máximo. Retirar una sonrisa o la mirada puede ser algo extremadamente violento. Si los adultos lo sentimos así de las personas que amamos, ¿cómo no van a sentirlo los niños?

¿La alternativa? Cultivar el respeto, la responsabilidad, la consciencia, el amor, la ternura, la amabilidad, la mentalidad de servicio, el autocuidado… en suma, los valores que defendemos y tratamos de vivir y mejorar en siloshombreshablasen.

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