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Sí, se puede – Marina Roch

Marina Roch

Nacida en 1977
Periodista, Directora de Marketing y Comunicación
2 hijos (2003 y 2006)
@marinaroch_axel

Lo sé, está muy manida esta expresión. La oímos a todas horas en el deporte, en la política… Pero en nuestro caso es así. Se puede. Trabajo desde 2008 en una editorial. Es una (mediana) empresa que pertenece a un gigante de la comunicación internacional.
Como todas las editoriales en España, desde que empezó la maldita crisis hemos sufrido, y mucho. Dos ERE en 3 años. De 160 empleados nos hemos quedado en 64. En mi caso, de un departamento de 7 personas, solo quedamos 2. En 2013 nuestra matriz alemana decidió cambiar la dirección de la empresa y eligió nuevo CEO, que al poco tiempo de llegar empezó a proponer cambios en la forma de trabajar. Uno de los más importantes fue la propuesta de eliminar horarios y presencia obligatoria en la empresa. La idea es sencilla: no hay horario que cumplir. Cada uno es responsable de sus objetivos, de su trabajo y puede trabajar dónde y cuándo quiera.


La propuesta cayó como una bomba y se sometió a votación de los empleados. La jugada tenía su lado oscuro, porque al eliminar el horario obligatorio nos quitaban la ayuda de comida. Es decir, que todos sufríamos una bajada de sueldo. Y el consiguiente ahorro para la empresa. Pero ganó el sí, aunque por muy poco…

A partir de ese momento se rompían los horarios de 9 a 6, se eliminaba la obligación de estar en la oficina calentando la silla, cada uno se organizaba con su jefe y su departamento y podía trabajar desde donde quisiera, cuando quisiera y cómo quisiera. Para facilitar el teletrabajo migramos todos los servidores a la nube, de forma que en casa o donde estés, con tener un dispositivo conectado a internet, puedes trabajar sin problema.

El camino no ha sido sencillo: hemos tenido que aprender a coordinarnos, a avisar al resto cuando estamos fuera, a gestionar bien los calendarios de reuniones, a no mirar mal la mesa vacía de al lado pensando que el compañero se escaquea o trabaja poco, a responsabilizarnos cada uno de lo nuestro, a saber desconectar también cuando ya no estás trabajando… en pocas palabras: a manejar esa libertad. Hay compañeros que han preferido seguir como estábamos, y cumplen a rajatabla su horario de 8 a 3. También ellos tienen libertad para hacerlo. Pero la gran mayoría vamos adaptándonos a trabajar así, siempre animados por dirección para que usemos el teletrabajo y las ventajas de este nuevo horario.

Hoy, año y medio después, podemos decir que funciona. A mí me funciona. Tengo dos hijos a los que puedo recoger del cole muchas tardes (el resto lo hace su padre), y que mientras ellos hacen sus deberes, yo hago “los míos”. Que cuando un niño se pone malo, puedo quedarme en casa trabajando sin que nadie me mire mal. A no perderme sus actuaciones del cole, tutorías, etc, porque como conozco las fechas con tiempo, me organizo mi horario y bloqueo esas citas. A conciliar de verdad trabajo, familia y tiempo libre. Es verdad que algún domingo por la tarde me pilla trabajando para adelantar cosas, pero es porque yo quiero, porque no quiero el lunes estar más horas de las necesarias en la oficina y me compensa.

Supongo que esta libertad absoluta no se puede aplicar a todos los puestos de trabajo en todas las empresas (nuestra recepcionista es la única que no tiene libertad horaria, ¡pobre!), pero sí creo que es un 90% responsabilidad de la empresa proponer e innovar en las formas de trabajar. En el siglo de las conexiones online ya no es necesario estar el 100% del tiempo presencialmente en una silla en una oficina. Creo que ya somos mayores para que se nos trate como profesionales responsables que autogestionan su tiempo. Señores directores generales y de Recursos Humanos: prueben a hacerlo. Les sorprenderán los resultados.

PS: Año y medio después de implantar esta medida, nuestra empresa ya está en positivo y creciendo a muy buen ritmo. Por supuesto la libertad horaria no ha sido la (única) causa de este despegue. Pero está claro que no la ha perjudicado 😉

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