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Tener hijos te cambia la vida laboral

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Nacida en 1980

Abogada

2 hijos (2011 y 2014)

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Tener hijos te cambia la vida laboral

Después de mucho pensar y algo hacerme de rogar, porque en dos ocasiones me habéis pedido a través de twitter mi testimonio, he decidido ponerme manos a la obra y a ver qué sale de esta cabeza, donde todo entra, se revuelve y se queda.

He decidido titular así mi experiencia porque realmente en mi caso así sucedió. Os pongo un poco en antecedentes. Tengo dos hijos de 14 meses y 5 años y una pareja que viaja continuamente por razones laborales.

Todo comenzó cuando mi hijo mayor cumplió dos años. Antes de quedarme embarazada era la coordinadora del departamento jurídico de la empresa en la que aún trabajo, de la sede de Barcelona. El departamento creció mucho en poco tiempo y se hizo necesario implementar la figura de un coordinador/a para el departamento judicial. Dado que ya llevaba unos años en la empresa, era joven y sin cargas, me propusieron serlo y evidentemente acepté encantada. El departamento siguió creciendo y los beneficios generados por el mismo también crecieron con él.

Llevaba dos años al frente del departamento cuando decidimos ampliar la familia. Lo comuniqué a la empresa y antes de dar a luz mi jefe ya me preguntó, en un informal desayuno, qué pensaba hacer cuando volviese. Mi respuesta fue clara: seguir trabajando.

Debo aclarar que la oficina donde trabajaba estaba en Barcelona y mi residencia en Girona, por lo que cada día debía realizar desplazamientos de una provincia a otra. Trabajaba de 9 a 19 horas, lo que me suponía, dadas las circunstancias, salir de casa a las 7 de la mañana y regresar a las 21 horas, cada día.

Cuando me reincorporé de mi baja de maternidad, a pesar de la ayuda que en aquel momento me prestaron mis suegros en el cuidado del niño, vi que no era posible estar tantas horas separada de él, por lo que comencé mi “guerra” literalmente con la empresa por conseguir una reducción de jornada no muy perjudicial. Llegué a escuchar de boca de mi jefe que en ninguna empresa se aceptaba hacer una jornada continua y que me la redujera si quería conciliar.

Un tiempo después, habiendo pasado por diferentes discusiones con mi jefe, habiendo presentado por escrito mi solicitud y habiendo llorado mucho, pero mucho, mucho, decidimos con mi pareja aceptar lo que me ofrecía la empresa que era reducir mi jornada a 30 horas semanales, con la consiguiente reducción del salario. Las palabras de mi compañero, harto de ver cómo me machacaban cada día, fueron claras: “acepta las 30 horas, ya veremos cómo nos las arreglamos, ellos pierden más”.

Cuando con año y medio decidimos llevar al niño a la guardería, pensamos que lo mejor era que fuera a Barcelona y cada día iba y volvía con mi hijo de Girona  a Barcelona en el tren. A todo esto, en la empresa ya estaba mal considerada porque pedir una reducción de jornada para algunas personas equivale a que no quieres trabajar.

Cuando mi hijo acababa de cumplir 2 años, mi jefe me llamó al despacho y me dijo que ya no era necesario tener coordinadora en el departamento y que me volvían a mi condición de gestora judicial. Que no tenía nada que ver con mi maternidad y con mi reducción de jornada, que era por las circunstancias de la empresa.

El día que definitivamente tuve que volver a redactar una demanda lloré, fue cuando fui consciente de que la maternidad te cambia la vida laboral, como reza mi título.

A los pocos meses, a pesar de que no hacía falta coordinación del equipo judicial, pusieron un responsable, casualmente hombre y la excusa es que ya coordinaba otro departamento y sólo era porque figurase algún responsable de jurídico.

Me trasladé a Madrid. Afortunadamente aquí también hay sede de mi empresa y pude mantener mi puesto de gestora judicial.

Reconozco que he intentado cambiar de empresa en varias ocasiones y buscar otro trabajo, porque la relación con mi actual empresa, a raíz de lo explicado, nunca ha vuelto a ser la misma, pero cada entrevista que hago, al indicar que mi disponibilidad es en jornada continua o reducida, por mucho que trates de demostrar que puedes hacer en ese tiempo tu trabajo y hacerlo bien, me rechazan. Seguimos anclados en la cultura del presencialismo por encima de la realización efectiva del trabajo bien hecho.

Ahora tengo dos hijos. Vivo a más de 600 Km de los abuelos de mis hijos, mi pareja viaja todas las semanas durante varios días, mientras tratamos de seguir conciliando, trabajando 30 horas a la semana, con el pequeño en la guardería desde que tenía 4 meses, rezando para que no enfermen, rezando para no enfermar yo y aguantando aún hoy que ciertas personas de la empresa te cataloguen profesionalmente en el grupo de las madres de la empresa. No he estudiado una carrera de derecho, no estoy colegiada, no soy abogada, ni siquiera soy gestora judicial, soy una madre en mi empresa.

A nivel de sociedad tampoco es fácil. Todavía hay gente con la que me cruzo cada día que me juzga por trabajar, dejar a mis hijos en el colegio o la guardería, incluso cuando están un poco enfermos. Esa gente engloba muchos aspectos de la sociedad: madres, padres, profesorado, pediatras e incluso en ocasiones la propia familia.

Señores esto es la CONCILIACION, no me juzguen por querer todo, por tratar de conseguir todo, cuando no saben mi historia, ayúdenme a conseguirlo, ayúdennos a conseguirlo, a que sea una realidad y no sólo una palabra que queda bonita en los discursos, y no sólo la lucha de esos que un día lo quisimos todo.

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