Recuerdo que cuando era pequeña mis padres me enseñaron que había una serie de preguntas indiscretas que estaba prohibido hacer como cuánto cobras, a quién has votado o vas a votar, cuántos años tienes y en general cualquier pregunta relacionada con el físico poco agraciado de una persona.
Hay dos preguntas que me parecen igual o incluso más indiscretas que esas y sin embargo no sólo no aparecían en la citada lista sino que las escucho con más frecuencia de la que me gustaría no sin que un cierto malestar me remueva por dentro.
Preguntas indiscretas que deberías evitar
¿No piensas tener hijos?
Pasó la época en la que si no tenías hijos eras un bicho raro y tu vida un sinsentido. Ahora muchas personas y parejas deciden libremente no tener hijos y nuestra insana curiosidad no tiene por qué hacerles sentir incómodos pidiendo explicaciones de por qué han decidido no tener descendencia.
Pero es que además hay muchas personas, cada vez más, que querrían tener hijos y no pueden. Están sometidas a un tratamiento de infertilidad o esperando un hijo adoptado que tarda en llegar. También pueden tener una enfermedad que les impida físicamente tener hijos o por riesgo genético haber decidido no tenerlos. Imaginaos lo que puede significar para una de estas personas escuchar esa preguntas: «¿No piensas tener hijos?».
¿Estás embarazada?
Esta pregunta solo tiene dos posibles respuestas:
Sí. Aunque si no lo has contado, tal vez sea porque no quieres que se sepa aún.
No. En cuyo caso, aunque hay otras cualidades asociadas al embarazo, te estarán llamando gorda.
En los últimos dos meses me han preguntado tres veces si estoy embarazada y no, no lo estoy. El sedentarismo y el comienzo del fin de la lactancia han hecho que acumule cuatro kilos extra que, si antes de ser madre iban a parar al culo, ahora ocupan mi pared abdominal que, por culpa de una diástasis de tres centímetros no corregida tras el primer embarazo, podría ensancharse sin límite hasta parecer que alberga un nuevo bebé.
La primera en preguntármelo fue la pediatra. Me tocó la tripa y dijo: «¿no llevarás otro aquí dentro?». Pues no señora, no. «Ah, pues será el jersey».
La segunda fue la farmacéutica al pedirle discos de lactancia acompañada de mi hijo de dos años y medio. Le debió parecer que ya era demasiado mayor para tomar el pecho.
Y la tercera, una colaboradora que me quiere mucho y se mostró muy contenta ante la posible noticia:
«¿Estás embarazada?».
No, contesté. A lo que mi marido añadió: «pero la acabas de matar».
«¿Por qué?».
«Porque es la tercera vez que me lo preguntan en dos meses». »
¿Y tú estás segura de que no lo estás?».
Pero vamos a ver… Yo entiendo que en esa situación, por mucho salero y desparpajo que tengas, no sepas cómo salir del jardín en el que te has metido, pero no insistas… que en estos momentos tengo la regla y mis hormonas me pueden hacer perder el control…
Mi suegra también me lo ha preguntado alguna vez desde que fuimos padres pero quiero pensar que, en este caso, son más las ganas que tiene de tener otro nieto que otra cosa.