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Leche del recipiente original – Susana Santos

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Susana Santos Casas

Nacida en 1981

1 hijo (2014)

Trabajo en una ONG aunque mi formación es como Periodista

Ssantoscasas.es

@ssantoscasas

14 meses de lactancia materna

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Nuestro comienzo con la lactancia, el mío y el de Mateo, que ahora va a cumplir 16 meses, no fue fácil en absoluto. La combinación de madre primeriza con niño de apetito feroz, mucho miedo y más inexperiencia hicieron que esas primeras semanas fueran complicadas, muy complicadas. Pero nada que el tiempo, la paciencia y algún que otro par de manos expertas no pudieran solucionar. Así empezó nuestra “aventura” y así transcurrió mi baja, disfrutando del tiempo juntos y de alguna manera, pensando en cómo éste cambiaría cuando me incorporara al trabajo.

Semanas antes empecé a planificarme (una es de naturaleza planificadora). Cogería el sacaleches, una nevera, le darían biberón en mi ausencia y aquí paz y después gloria. Ays cómo me equivocaba. Nunca conseguimos que Mateo tomara el biberón. Ni una abuela, ni la otra, ni su padre, ni servidora, ni exiliándome para que no me oliera. No y no, “lo quiero del recipiente original” debía pensar. Mi pediatra me decía que no me angustiara, y que ya comería. Yo confiaba en su estómago siempre tan dispuesto pero nada, él prefería esperar a que volviera del trabajo y comer aquello que no había recibido durante el día. ¿Y yo? Yo volaba al salir de la oficina, nunca el metro tardó tanto, nunca las distancias habían sido tan largas. Aprovechaba pausas en el trabajo para intentar aliviar la producción de leche mañanera pero la naturaleza seguía su curso y yo estaba molesta, intentando disimular alguna que otra mancha y pensando, ¿pero cuánto me queda para salir? Suerte que compartía ese momento con alguna compañera recién incorporada como yo, que me enseñaba trucos o que me miraba cómplice cuando decía “ahora mismo vengo, voy al baño un momento”.

Estar tantas horas separada de un hijo lactante (a pesar de no trabajar la jornada completa, siempre parecen muchas) no es algo a lo que sólo tu cuerpo debe de acostumbrarse. La ruptura que produce dejar una vida y retomar otra (¿acaso retomamos la que teníamos? ¿no han cambiado demasiadas cosas para ello?) de un día para otro supone reajustarse, volver a ubicarse, encontrar tu sitio. Da igual con cuánto tiempo te organices, siempre se abre un abismo donde nunca existe tiempo suficiente para todo lo que hay que hacer, donde correr no es una afición ni se llama running y donde debes establecer prioridades constantemente.

Me gusta mi trabajo y quiero trabajar fuera de casa. Jamás me planteé no hacerlo y quisiera tener una vida profesional plena y satisfactoria. Pero eso no es un camino de rosas, y tienen que cambiar muchas cosas para que la conciliación sea realmente eso, y no una suerte de malabares donde con demasiada frecuencia se establecen abusos y se expulsa a las mujeres del mundo laboral.

Hace un par de meses que abandonamos la lactancia materna. Para mí ha sido todo un éxito llegar hasta aquí y creo que ha merecido la pena el esfuerzo, cada vez que decidía seguir adelante porque pensaba que era lo mejor y lo que quería para mi pequeño. Y sí, a pesar de las conocidas incomodidades (por no hablar de que podrían ponernos publicidad sobreimpresonada en la pechera, de la de veces que la enseñamos ) lo repetiría una y mil veces.

Quizá sea el sueño que me tiene trastornada, o que esto de la maternidad me ha hecho cambiar la mirada, pero creo que merece la pena intentar que cambien las cosas. Empecemos por el principio, cuidemos a nuestra infancia.

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