Nunca hemos sido de ver la tele y mucho menos con el peque. Tampoco hemos sido una familia de grandes rutinas. Soy de las que piensa que los animales no llevan reloj y saben cuándo comer y dormir, así que, ahora que nuestro hijo todavía es pequeño y no tiene ninguna obligación, hemos dejado que se guíe por su reloj biológico. El caso es que, no sé si por el cambio de horario o porque los días empiezan a alargar, últimamente muchos días nos daban las 23:30 despiertos, lo que hacía que al día siguiente amaneciera más tarde y no echara la siesta de la mañana, con lo cual la de la tarde era mucho más larga y de nuevo nos daban las 23:30.
Por el bien de nuestra productividad, ahora que trabajamos los dos en casa, nos planteamos instaurar algún tipo de rutina, no tanto en horarios, como en orden de tareas a realizar. Nosotros le duchamos por la mañana, con lo cual el baño de la noche no nos sirve como paso previo a la cuna, como hacen otras familias.
Decidimos sentarnos a ver Pocoyó con peluche de Pocoyó abrazado y pijama puesto y para nuestra sorpresa surtió efecto. Al terminar el capítulo, dijo adiós a la tele, cogió su peluche y partió rumbo a la cama.
El segundo día que lo hicimos, nuestro hijo empezó a familiarizarse con Pocoyó y se acercó peligrosamente a la tele. Entonces le dimos al «pause» y le explicamos que cuando se acerca mucho los personajes se paran. Inmediatamente volvió al sofá y tomó asiento. Terminado el capítulo, dijo adiós a la tele, cogió su peluche y partió rumbo a la cama.
Hoy es el tercer día que hemos visto Pocoyó antes de irnos a dormir y hemos temido que no surtiera el mismo efecto. El hecho de pausar la imagen cuando se acerca a la tele se ha convertido en un auténtico juego y las carreras del sofá a la tele comprobando cómo Pocoyó y sus amigos se paran o se vuelven a mover parecen la actividad física que remata el día entre carcajada y carcajada. Terminado el capítulo, ha dicho adiós a la tele, ha cogido su peluche y ha partido rumbo a la cama. Le ha costado un poco más dormirse pero al menos no se ha enfadado por tener que acostase.
Yo creo que una rutina de sueño por la noche siempre es buena, no sólo para ellos si no también para poder descansar nosotros de ellos a una hora razonable! cada uno tiene que buscar la que mejor le venga, pero así ellos a medida que van creciendo van aprendiendo y no se estresan cuando no saben qué va a venir después!
Por cierto, que acabo de descubrir este blog y me ha gustado mucho! enhorabuena!
Muchas gracias Celia.
Nosotros éramos antirutinas pero nos hemos dado cuenta de que saber qué toca después le ayuda y evita frustraciones y rabietas.