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Margarita Verdier Sánchez
Nacida en 1972
Experta en Marketing Digital y Desarrollo de Negocio.
2 hijas (2008 y 2010)
@golinvs
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Desde pequeña, siempre he creído que la conciliación de la vida laboral y familiar existe. Es más pensaba que incluso era fácil. Mis padres trabajan juntos en una boutique de moda femenina y compaginaban perfectamente su trabajo en la tienda con la vida familiar. He tenido la mejor infancia que una niña pueda desear. Tenían tiempo para trabajar a diario, incluidos los sábados y eran capaces de dedicar a sus 3 hijas, los mejores momentos de su vida, escucharlas, atenderlas, llevarlas de vacaciones, jugar con ellas….
¡Qué ilusos somos cuando somos niños!, ¡Nada más lejos de la realidad!
Para poder hacer todo eso, mis padres tuvieron que renunciar a dedicarse tiempo a ellos mismos, como personas, atender sus hobbies, sus inquietudes y poder así conciliar la vida laboral sin dejar de dedicar tiempo a sus hijas. Sin omitir las noches planchando uniformes hasta las 2 ó 3 de la madrugada para que pudiéramos ir bien vestidas al colegio (mi madre) o levantándose a las 7 de la mañana para llevarnos en coche al colegio, cuando él no tenía que levantarse hasta las 8.30, con tal de que no tuviéramos que madrugar nosotras mucho y cogernos un autobús de línea (mi padre).
Cuando conocí a César, mi marido, hace ya 12 años, empezamos nuestra relación sabiendo que yo tenía una posición de Directiva, que me importaba mi trabajo, y que además queríamos tener familia. En 2004 empiezo a trabajar como Directora Comercial y de Marketing en la empresa líder en España en encargos florales, un cargo de responsabilidad que ocupaba el 100% de mi tiempo. En 2006, decidimos casarnos y a finales de 2007 nos enterábamos de que nuestra hija Alicia estaba en camino. Al principio, no tenía pensado comunicarlo en la empresa hasta un poco más adelante, pero los acontecimientos se precipitaron cuando en Enero de 2008 tuvimos que realizar un viaje de prospección a Riviera Maya para la II Convención de Asociados. Alguien podría pensar que en mi estado era arriesgado viajar tan lejos, en tales circunstancias, en los primeros meses de embarazo, pero yo consideraba que estaba perfectamente y que tener una niña no iba a cambiar mi forma de trabajar en la empresa, dando el 200%.
Un viaje de 5 días fugaz, donde empezaron las náuseas de una primeriza que no sabía de qué iba esto, me hizo darme cuenta que algo estaba cambiando dentro de mí. Pasé los siguientes 6 meses, trabajando como si nada, dándolo todo o más y pensando que cuando me cogiera la baja maternal podría estar conectada con la empresa para poder resolver cualquier contratiempo. Pero la empresa no pensaba igual, desde el principio empecé a ver que ya no contaban conmigo para algunas cosas y a principios de Julio de 2008 apareció una persona en mi despacho que se presentó como quien iba a sustituirme durante la baja maternal. Me quedé perpleja, nadie me había comunicado nada al respecto. A partir de ese momento todo fue un tremendo acoso psicológico por parte de la empresa, nadie me contaba nada, no asistía a reuniones con el resto del equipo de dirección, me ocultaban información y cuando preguntaba sólo me decían tú no te preocupes, estás embarazada y eso es lo que ahora importa. Eso era tanto como decirte, si ya no contamos contigo, estás embarazada, para qué vamos a seguir contándote los planes de la compañía, su futuro y el tuyo ya no están ligados.
En ese momento, piensas que la vida se derrumba, le has concedido a esta empresa, el 200% de tu tiempo para pagarte con esta moneda…bienvenida al mundo real!!!!
Me di de baja maternal, 21 días antes de tener a Alicia, la ginecóloga consideró que ya era hora y cuando volví me encontré con mi despido. En ese momento pensé nunca más le daré tanto tiempo a una empresa, ¿total para qué?
Fue entonces cuando César y yo nos replanteamos de nuevo la vida familiar. Bien, queremos tener otro hijo, ahora no tienes trabajo, qué mejor momento para tenerlo y una vez pases la baja maternal de nuevo, puedes buscar trabajo e incorporarte de nuevo a la vida laboral. Sí, ahora parece fácil decirlo, pero en el mundo del marketing, estar fuera 18 meses, es una eternidad. De hecho a mitad de este periodo, me planteé presentarme a unas oposiciones como Auxiliar Administrativo de la Comunidad de Madrid, en plena crisis y cuando el Gobierno no sacaba plazas ni a tiros. Incluso fui a varios exámenes oficiales embarazada de Sara, que los funcionarios me miraban con cara de: ¿Dónde va ésta con esa barriga?. La profesora de la Academia, me pedía a diario que no rompiera aguas en su clase, que no sabría ni por dónde empezar.
Pero todo salió bien, nació Sara, nuestra segunda hija y después de lo estipulado como baja maternal, encontré trabajo como Directora de Marketing y Desarrollo de Negocio en el Sello de calidad líder en Internet. Fue mucho más fácil volver al mundo laboral de lo que había pensado, profesionalmente hablando, porque el tema de la conciliación acechaba de nuevo. ¿Cuál fue entonces mi elección? Me gustaba mi trabajo, tenía una familia maravillosa, dos hijas increíbles así que podría con todo. Mi renuncia, la que había vivido con mis padres, dedicarme poco tiempo como persona, a mis hobbies, a mis inquietudes. Pasaba por la ducha, casi de lado y la crema hidratante me duraba meses y meses, porque no paraba por mi cuerpo. Les dedicaba a mis hijas todo el tiempo que podría, tardes, noches, fines de semana haciendo cosas por y para ellas. Como dice mi madre, “te has empeñado en que tus hijas no puedan decir nunca que no han tenido infancia”. Porque cuando uno es como soy yo, no se sabe trabajar a medias tintas, sin darlo todo y creer en el proyecto que estás liderando.
¿Y para qué? El año pasado en mayo, la empresa en la que trabajaba desde hacía 4 años decidió prescindir de mi puesto y amortizarlo. Todo iba bien, salvo mi conciliación y en realidad mi realidad y mi pensamiento.
Llevo un año dedicándoles mucho más tiempo a mi familia y a mis hijas. He aprendido a hacer más cosas por y para mí (vale, no demasiadas, pero estamos en ello….) y además tengo tiempo para formarme, con cursos, un master y preparando de nuevo mi entrada en el mundo laboral dentro del Marketing Digital y el Comercio Electrónico.
Ellas me han enseñado mucho y las he disfrutado como nunca. Todo esto no habría sido posible sin la ayuda de mi compañero, mi amigo, mi amante y el mejor padre para mis hijas… César, gracias por estar siempre ahí.
En resumen: de momento creo que la conciliación en España pasa por renunciar a algo. Cada uno renuncia a lo que puede, quiere o le parece menos importante, pero no deberíamos tener que renunciar, se puede tener todo es su justa medida. Y a eso deben aprender las empresas y también nosotros.
Lee el testimonio del marido de Margarita, César Parro.
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