Me llamó mucho la atención cuando un cantante español que había sido padre de dos hijos, a las pocas semanas resulta que… sorpresa… eran cuatro. Cabe imaginar que si él se ocupara de verdad de sus cuatro hijos, la siguiente rueda de prensa sería para decir que deja la música y las giras durante una buena temporada.
Ahora que soy padre pienso en estos famosos y la frase que me sale es: “tendrán mucha ayuda… pero mucha”, para sacarlos adelante.
Digo esto porque tener un hijo y delegar su crianza, no es exactamente lo mismo que tenerlo y asumirla tú mismo.
La Administración no ayuda económicamente casi nada en comparación con países de nuestro entorno, siendo la carencia de medidas que favorezcan la conciliación uno de los síntomas más graves.
Sin embargo, hay una parte que sí es responsabilidad nuestra y tiene mucho que ver con la decisión de ser padres. Convicción y capacidad para un cierto “sacrificio” que el paso del tiempo irá suavizando.
Aunque todo vaya bien (dormir, comer… ), tener un hijo es agotador.
Digo esto porque nacemos sin terminar. Un recién nacido necesita una serie de atenciones que van desde lo más básico a lo inimaginable hasta que pasados unos años comienza a tener una cierta autonomía vital y social. Es durante esos primeros y cruciales años, cuando debemos estar dispuestos a entregar lo más valioso que tenemos y que no se puede comprar ni ahorrar: nuestro tiempo. Curiosamente, cuanto mayor es la calidad y cantidad de ese tiempo, antes se suaviza el camino. Es lo que veo en mi hijo después de veinte apasionantes meses.
En nuestro caso la conciliación es posible y podemos educar a nuestro hijo por nuestra actitud ante esta nueva etapa. Su nacimiento, cuidado y educación forman parte del proyecto más creativo que hayamos compartido nunca. En el camino se quedan gran parte de los ingresos y parte de los caprichos de otros tiempos, a los que renunciamos en gran medida.
Podríamos trabajar como antes y ganar el dinero suficiente para que otra persona cuide de Óliver, pero nos parece pura contradicción. Preferimos ver cómo crece nuestro hijo en directo, en lugar de ver a través de vídeos en el móvil solamente las mejores jugadas.
Somos conscientes de lo vital que resulta buscar espacios individuales que te permitan reencontrarte contigo mismo y con tu pareja. En ese sentido contamos con la familia puntualmente y con ayuda externa en otras tantas ocasiones. A día de hoy nos seguimos llamando por nuestro nombre mi chica y yo, huyendo del “papá” y “mamá” mutuo.
Volviendo al comienzo diré que hay personas famosas que sin embargo, coincidiendo con el nacimiento de sus hijos, reducen notablemente sus proyectos durante unos años y considero que son ejemplos a seguir de maternidad y paternidad responsable.
“Con lo fácil que sería dejárselos a los abuelos, que los cuidan encantados todo el día”, pensará alguno. De eso hablaremos otro día.
Nacho Caballero
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