Cantabria aprueba un nuevo calendario escolar sin participación de las familias
El gobierno cántabro ha cambiado el calendario escolar ¡Y menudo revuelo se ha formado! Los que no vivimos en esa comunidad casi ni nos hemos enterado pero allí ha sido una auténtica bomba informativa. No es para menos, el calendario escolar afecta a toda la sociedad en su conjunto, no sólo a profesores y alumnos. Afecta a padres, a abuelos, al personal no docente y a todas las empresas que prestan servicios en el colegio como catering, actividades extraescolares, aula matinal, etc. Pero indirectamente, también afecta a empresas desvinculadas del entorno educativo que tienen a padres en su plantilla.
Aún así, esta reforma no ha contado con los representantes de padres para su elaboración ¿?
Sí, así como lo cuento: se han reunido la administración regional y los sindicatos…. sólo.
No se haya llevado al Consejo Escolar ni a la Mesa de las Familias.
Las asociaciones de padres de alumnos ya han manifestado su sorpresa y su disgusto por no haber sido convocados ni consultados.
Legal será, pero moral no lo es.
¿No es suficiente con que los padres tengamos la obligación de llevar a nuestros hijos al colegio para que les inculquen unas materias concretas con una metodología determinada en la que nosotros no podemos opinar?
¿Tampoco tenemos voz en la organización de los horarios ni los días de clase?
¿Qué somos los padres? ¿Meros proveedores de niños para el sistema?
Con esto, no estoy diciendo que el nuevo calendario sea malo ni bueno, sino que sólo por excluir a las familias y a los propios niños (recordemos que los padres son sus representantes legales y por tanto los que deben defender sus derechos) parte de una posición muy negativa.
El motivo de ese “desplante” lo explica el portavoz de la Junta de Personal Docente, Jesús Aguayo, de la siguiente manera: “se trata de un calendario pedagógico, no de adecuación a las necesidades de las familias, que además son muy variadas”
Personalmente veo en estas declaraciones una triste realidad: los padres, en muchas ocasiones, no actuamos como representantes de los intereses de nuestros hijos, sino de nuestra empresa.
Es un círculo vicioso: la empresa presiona al trabajador con turnos poco o nada respetuosos con la vida familiar y el trabajador presiona al colegio para que adecue esos horarios a los niños.
Éste es el motivo por el que la conciliación laboral sólo se conseguirá en el momento en que interactúen todos los agentes: empresas, familias, colegios y administraciones.
Las novedades del calendario escolar Cántabro
La principal novedad del calendario es que se asemeja más al europeo: hay una periodo de vacaciones por cada dos meses de clases.
Pero sin modificar el número de días lectivos: 175.
Así, el curso se divide en cinco bimestres con cuatro períodos de vacaciones, coincidiendo con las fiestas propias de nuestro calendario:
- Todos los Santos (del 31 de octubre al 6 de noviembre)
- Navidad (del 23 de diciembre al 8 de enero)
- Carnaval (del 23 al 28 de febrero)
- Semana Santa (del 13 al 23 de abril)
Mi primera impresión al ver el nuevo calendario fue positiva porque creí que haciendo descansos menos largos pero más continuados sería más fácil la tarea tanto de aprender como de enseñar. Lo mismo opina el consejero de Educación cántabro, Ramón Ruíz, “el nuevo calendario racionaliza los tiempos lectivos, con periodos más equilibrados y evaluaciones menos largas, y es beneficioso para el conjunto de la comunidad educativa”
Pero (y es un pero bastante largo del tipo: peeeeero) si no se trabaja por una conciliación laboral y familiar esos descansos no se van a dar realmente.
Hemos consultado con varios expertos, entre ellos Mireia Illescas, profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla, que señala “que si a los padres no se les permite estar ese tiempo con sus hijos, la situación es la misma que con las vacaciones en verano, con los niños haciendo deberes, extraescolares o actividades preparadas muchas veces en el mismo colegio” y recalca algo que, a día de hoy, no se cumple y que es fundamental “Los niños deben tener tiempo para jugar”.
La única medida de conciliación (que realmente no lo es, porque no concilia si no que sigue priorizando la vida laboral sobre la vida familiar) va muy en la línea de lo que denuncia la profesora Illescas, la consejería de Educación mantendrá abiertos algunos de los centros, con los correspondientes comedores escolares y actividades lúdicas paralelas.
Por su parte, Granada Muñoz, también profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de Sevilla, añade: “tal vez el problema esté en el aula, que no permite que los niños estén relajados ni se diviertan. Quizás fuera más razonable entonces acortar el tiempo de permanencia en el centro cada día. A eso, muchos maestros podrían argumentar que ya les falta tiempo con las horas actuales para cumplir con todo lo que se les exige que hagan. Es entonces cuando debemos pararnos a pensar si hay que retocar algo más que la distribución de las vacaciones en el sistema educativo. Tal vez hay que mejorar la calidad de ese tiempo que los niños pasan en la escuela”.
En la misma línea se mueve Cynthia Ramos, directora de Myland, escuela pionera en pedagogía activa: “si esos descansos van a estar cargados de tareas para casa o van a meter más presión en los ajustados curriculum, no sirve para nada. Interesante sería sustituir esas vacaciones docentes por semanas de formación del profesorado, personalizada por curso y necesidad. Que el docente pueda explicar qué ayuda necesita para continuar el curso y se le ofrezca en esas semanas”.
Evaluaciones
Otro argumento esgrimido tanto por la Administración como por los representantes del Personal Docente es el de ofrecer “evaluaciones más cortas pero más intensas”. La profesora Muñoz opina que no le parece un argumento de peso ya que “un docente está, o debería estar, continuamente evaluando. Por lo que no se debería quedar en ningún momento sin tiempo para ‘salvar’ a un alumno”.
Secundaria: Sin recuperación en Septiembre
Otra importante novedad que introduce el nuevo sistema es el adelanto de los exámenes de septiembre a junio, en la etapa de secundaria.
José Antonio Pineda, profesor de Secundaria al que hemos consultado, coincide en este argumento: “los exámenes de septiembre realmente sirven poquísimo, porque lo que no ha podido hacer un alumno durante un curso con ayuda, ¿lo va a conseguir en un verano él solo?”.
Desigualdades autonómicas
Por otro lado, este cambio en el calendario escolar saca a la palestra la comparativa entre los diferentes calendarios escolares según la comunidad autónoma. Como hemos visto, en Cantabria hay 175 días lectivos mientras que en otras comunidades, como en Andalucía llega a incrementarse hasta 182.
El horario también varía de una comunidad a otra: tanto Cantabria como Andalucía tiene implantada la jornada intensiva de 9 a 14 mientras que en Madrid, Aragón y Comunidad Valenciana, la jornada es partida con un descanso para comer y regresar al colegio hasta las 16 horas aproximadamente.
¿Tienen estas desigualdades autonómicas alguna razón de ser?
En opinión de Ignacio Coca, maestro de educación Primaria en un colegio público de la provincia de Sevilla, estas alteraciones sólo tendrían sentido si dan respuesta a situaciones propias de cada comunidad. Por ejemplo, en su caso cree que sería imprescindible empezar el período vacacional veraniego con anterioridad, ya que las altas temperaturas complican mucho la convivencia y el aprovechamiento de las clases: “en estos días ya notamos cómo los niños se encuentran nerviosos y les cuesta el doble concentrarse a causa del calor, por no hablar de la falta de infraestructuras para combatirlo. En la mayoría de centros no hay aire acondicionado y en los que hay es sufragado por la comunidad educativa. Imagínese la situación: una temperatura exterior que, en muchas ocasiones, supera los cuarenta grados, un aula con 25 alumnos más su profesor y sin aire acondicionado”.
Aún así, Andalucía termina el curso a finales de junio, como en el resto del país.
Conclusiones
Pedagógicamente puede ser mejor que los alumnos tengan vacaciones más frecuentes y de menor duración, pero hay que asegurarse de que realmente los niños disfruten esas vacaciones en compañía de su familia y disponiendo de tiempo libre para jugar.
Mientras no exista una verdadera conciliación, los cambios en los calendarios escolares no supondrán mejoras en la calidad de vida de los niños.