Este post lo escribo desde la tranquilidad de un parque infantil en medio de un gran parque en una gran ciudad. Para muchos un pequeño pulmón ahora que todavía hace calor y los niños no han empezado el colegio.
Casi por necesidad y por acoplarnos mejor a la rutina y la vuelta al cole, estamos desfogándonos, juntándonos con amigos o simplemente disfrutándonos al aire libre.
En este tipo de parques nos juntamos locos del running, abuelos, familias, grupos de chavales, paseadores y dueños de perros y gente dando rienda suelta a sus aficiones o disfrutando de su tiempo libre. Este tiempo libre es vital, este tiempo libre es el que nos hace las personas que somos.
La división en tres bloques de 8 horas parece más lejana ahora que en el 2005, al igual que la conciliación que ha ido marcha atrás aunque existan empresas comprometidas con la conciliación desde hace años. Los EREs, ERTEs y demás expedientes de regulación de empleo que venimos sufriendo desde el 2008 en adelante han degradado la mayoría de las condiciones de trabajo y la gran mayoría hemos empeorado nuestras condiciones en vez de ir a mejor.
El no disponer de un mínimo tiempo personal, y con tiempo personal me refiero a tiempo necesario tanto para cuidarse a uno mismo, formarse o para cuidar a quien lo necesita, hace que no estemos centrados y por lo tanto seamos mucho menos productivos. Qué decir si además estamos bajo la «cultura del miedo» como pasa en la mayoría de las empresas en las que el empleado llega a un punto en que sólo hace lo necesario para no perder el empleo pero ha perdido todas las ganas y la proactividad de sentirse pieza fundamental en la empresa.
Con esta perspectiva ¿quién no ha tenido ganas de dar un giro a su vida y a su carrera? pero sin esas horas para poder formarse por dedicarlas a un trabajo en el que no nos sentimos valorados, ¿quién tiene tiempo?
Empecemos por nosotros, la conciliación empieza en nosotros.