De la pobreza del tiempo al derecho al tiempo ha sido el título de la sesión inaugural del II Foro Iberoamericano de los horarios y el tiempo https://timeuse.barcelona/es/ii-foro-iberoamericano/ que se está celebrando en formato online, presencial e híbrido durante todo el mes de junio, dado que en la primera edición una única semana supo a poco.
El objetivo de este foro es crear un espacio internacional de intercambio de políticas, iniciativas y buenas práctica, para tener una visión global, fomentar el debate ciudadano, repensar cómo queremos vivir, cómo queremos encontrar el equilibrio y cómo queremos repartir nuestro tiempo para impulsar políticas públicas y cambios horarios que ayuden a construir modelos más eficaces, según explicaba Laura Foraster, secretaria general de DIPLOCAT.
Marta Yunqué, coordinadora de Barcelona Time Use Iniciative (BTUI), daba cinco razones de por qué es urgente que el derecho al tiempo entre en la agenda política: igualdad, salud, eficiencia y sostenibilidad, resiliencia y democracia. La que ha tenido más peso en esta primera sesión ha sido la de la igualdad.
Las mujeres se sienten más pobres
“La gente no tiene tiempo, pero esta sensación se agrava en las mujeres que tienen personas a cargo y más aún en Latinoamérica donde un 30% de la población no tiene tiempo personal. La falta de tiempo es sinónimo de pobreza”, comentaba Yunqué. “En general medimos la pobreza por el nivel de ingresos. Pero el tiempo es un recursos económico básico para crear bienestar. Por eso tiempo e ingresos tienen que ir juntos”.
El tiempo es limitado. Se usa para dar servicios, para recibirlos, para trabajos no pagados, para alimentarse, para esparcimiento y para descansar y dormir. Sin embargo, “no hay datos suficientes para medir la pobreza del tiempo”, añadía Ana María Tribín, especialista en políticas públicas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Las mujeres son las que se sienten más pobres de tiempo, por la doble jornada. “A veces no pueden participar en el mercado laboral. Como no tienen tiempo para trabajar, ingresan menos. Pobreza de tiempo acaba siendo sinónimo de pobreza. Las mujeres terminan siendo más vulnerables a las crisis porque no tienen ingresos. Tienen unas cargas de trabajo muy altos. En el mercado remunerado usan el tiempo de descanso y ocio para tener algunos ingresos. Hacer esto en periodos prolongados provoca estrés y problemas de salud”, explicaba Tribín.
En Argentina por ejemplo las mujeres dedican en promedio seis horas y media al trabajo doméstico y de cuidados y los varones, tres. Cuatro de cada diez varones no hace nada de esto. Una mujer que trabaja fuera full time dedica más tiempo a las tareas de casa que un varón en paro. Las mujeres asumen más la carga en casa, lo que les obliga a renunciar a trabajar fuera, tener trabajo parcial o flexible. La región pierde una fuerza laboral importante o la encuentra desgastada.
En Colombia 16 millones de personas requieren cuidados y apoyos y 19 millones de mujeres realizan estos trabajos de cuidados no pagados. “La cultura patriarcal ha hecho mella en las creencias. El 70% de las personas justifica este reparto irregular del trabajo no remunerado pensando que las mujeres somos mejores para los trabajos de cuidados”, subrayaba Natalia Moreno, Gerente Nacional del Sistema de Cuidado de Colombia en la Vicepresidencia de la República de Colombia.“Esta percepción tan marcada de género nos impide avanzar. Hicimos la revolución fuera de hogar pero hay que hacerla también dentro”, concluye Tribín.
Revalorizar los cuidados
El tiempo y la pobreza del tiempo trae cuestiones importantes para la economía. Por eso en Argentina se mide el aporte de los cuidados en términos del PIB. “Les pusimos un precio de una trabajadora de servicio doméstico. Nos dio que, si este trabajo se pagara, equivaldría al 16% del PIB y sería el sector con más participación en el PIB, seguido de la industria, el comercio y la energía”, explicaba Mercedes d’ Alessandro, Doctora en Economía por la Universidad de Buenos Aires y ex Directora de Economía, Igualdad y Género en el Ministerio de Economía de la República Argentina. “En la pandemia escuchamos que paró la economía mundial porque bajaba la producción, el consumo de energía, etc. pero lo cierto es que lo que sí vimos es que se incrementó el trabajo de cuidados en los hospitales, casas, residencias… Por eso hay que revalorizar los cuidados. El aporte de los cuidados impactaría mucho si este se remunerara. Necesitamos entender que aunque aparezca como gratuito tiene un gran costo. Y lo enfrentan las mujeres a costa de su tiempo, su propio cuidado y desarrollo. Tenemos que cuidar y revalorizar los cuidados. Necesitamos que el reparto sea más justo”.
Vivir sabroso
Natalia Moreno lamentaba que, según un informe de la OCDE, Colombia es el país que más trabaja y más madruga pero menos rinde. “Queremos reducir la jornada laboral sin un fin economicista. Queremos garantizar el derecho al tiempo. Es un llamado para podemos reducir los tiempos de trabajo para vivir sabroso. Actualmente trabajamos 48 horas a la semana”.
René Ramirez Gallegos, Investigador del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y sociedad de la UNAM, explicaba que el derecho al tiempo supone tener tiempo para la vida e implica un reparto diferente del tiempo al del sistema capitalista. “El nuevo sistema del capitalismo cognitivo nos ofrece una sociedad sin horarios ni tiempos. Pasar del antropocentrismo al biocentrismo; del capitalismo al bienestar; del patriarcado al feminismo. Supone cambiar las estructuras de poder. Implica nuevas métricas. Tenemos que cambiar la lógica del tiempo que busca aumentar la productividad para buscar otro tipo de conocimiento para otro tipo de vida no asociado a la aceleración ni a lo numérico”.
¿Qué habría pasado si no hubiera habido neoliberalismo?, se preguntaba René. “Con el neoliberalismo cayó el tiempo para el disfrute en cinco horas”.
Vivir sabroso, según aclaraba Moreno, significa vivir sin miedo, con oportunidades, con justicia social, con paz en los territorios. Tiene un origen arraigado en las comunidades afrocolombianas, en su vida en comunidad (Soy porque somos) y la coexistencia para vivir en la tierra. Es una propuesta del Ministerio de Equidad.
Políticas de cuidados
La mesa redonda terminaba con una puesta en común de políticas de cuidados que mejoren el derecho al tiempo.
Natalia Moreno subrayaba la importancia de que exista una ley estatutaria nacional en la que queden recogidos el derecho al tiempo y las políticas de cuidados para que se mantenga a largo plazo aunque cambie el gobierno.
En línea con su discurso opinaba que los cuidados deben entenderse desde las prácticas comunitarias. Colombia se ha sumado a Uruguay para tener un sistema nacional de cuidado con financiación pública.
Por su parte, Mercedes D’Alessandro explicaba la importancia de alargar e igualar las licencias de maternidad y paternidad, que ahora son de 3 meses para las mujeres y 2 días para los hombres en Argentina, incluso menos que para mudarse de casa, lo cual acaba penalizando a las mujeres en el mercado laboral.
También señalaba la importancia de que exista una infraestructura de cuidados para diferentes lugares. “En las zonas rurales cuesta más organizar la logística de cuidados, porque por ejemplo están las calles sin asfaltar y esto acaba llevando a que las niñas se encarguen de sus hermanos pequeños restando tiempo de sus estudios. Hay que pensar en infraestructuras de cuidados para diferentes lugares”.
Por último, Ana María Tribín, compartía un estudio en el que se comparaban las consecuencia de dar dinero a las familias que tienen hijos pequeños vs dar ayudas para meter a los niños en escuelas infantiles. La primera medida hace que las personas trabajen menos fuera del hogar y acaben saliendo del mercado laboral. Los hombres tienen más tiempo de descanso pero las mujeres no. El PIB disminuiría. Sin embargo, cuando las ayudas van para escuelas infantiles, el impacto en el PIB es menor y en la igualdad, mayor.