¿En qué consiste la neuroeducación?
La neuroeducación se considera una nueva transdisciplina que nace de la interacción y de la interrelación entre tres ámbitos de conocimiento diferentes, las neurociencias, la psicología y la educación, cuyo objetivo principal es integrar los conocimientos sobre el funcionamiento y el desarrollo cerebral en el ámbito educativo.
Siendo la neurociencia su marco de referencia, su objetivo principal es proporcionar fundamento teórico científico que ayude a mejorar y justificar la práctica pedagógica de maestros, maestras y docentes partiendo de la idea de que conocer cómo aprende y cómo funciona el cerebro puede mejorar la práctica pedagógica y las experiencias de aprendizaje.
Si tenemos en cuenta que el objetivo principal de la educación es modificar o influir en la conducta de los niños y niñas en desarrollo para ayudarles a adaptarse de forma exitosa a su entorno social y cultural, y que la base biológica de toda conducta humana es el sistema nervioso, podemos concluir que la educación pretende modificar el funcionamiento del cerebro. De aquí que ambas disciplinas estén legítima e íntimamente interrelacionadas y que educadores y educadoras deban conocer cómo funciona y aprende el cerebro.
¿Cómo se puede aplicar la neuroeducación a la lectura infantil y primaria?
Uno de los objetivos principales de la Educación es facilitar que los niños y niñas desarrollen aquellas capacidades que les serán necesarias para una adaptación exitosa al entorno sociocultural en el que viven y vivirán. Y uno de los aprendizajes intencionados y facilitados por el entorno educativo más importantes va a ser, sin duda, el aprendizaje de la lectura y la escritura como medio para acceder a otros aprendizajes.
En cuanto a principios aplicados, la neuroeducación no es un método que paute cómo y cuándo se deben enseñar y aprender los contenidos, no existen las recetas universales en el ámbito educativo, y esto todos los maestros, maestras y docentes lo saben. Lo que ofrece la neuroeducación son orientaciones y generalidades, basadas en la evidencia científica, sobre distintos factores que intervienen en el funcionamiento del cerebro y, por lo tanto, en los procesos de aprendizaje.
En cuanto al aprendizaje de la lectura y la escritura, estas orientaciones serían muy similares a las de cualquier otro tipo de aprendizaje inducido e intencionado en un contexto escolar. Pasarían, básicamente, por proporcionar a los niños y niñas experiencias de aprendizaje emocionalmente positivas entorno a la lectura, sin presiones externas ni estrés, respetando siempre sus ritmos e intereses, y facilitando situaciones de aprendizaje contextualizadas en las que el uso de la lengua escrita tenga sentido para los niños y niñas y no nazca de una imposición externa por parte del docente. La letra impresa está presente en el día a día de cualquier niño o niña, y es fácil que aparezcan preguntas y dudas de forma natural y espontánea acerca de qué pone aquí, qué letras tiene mi nombre o qué letras comparto con los nombres de mis compañeros y compañeras. Lo que no tiene mucho sentido para los niños y niñas es que la maestra o el maestro decida que hoy “toca” aprender la letra A, mañana la B y pasado la C, ¿qué pasaría con la niña que se llame Xenia? ¿Cuándo le tocaría a ella?
Respecto al proceso de enseñanza global o fonético, diversos estudios neurocientíficos han demostrado que nuestro cerebro lee decodificando grafema a grafema cuando aprendemos a leer y también cuando somos lectores expertos, la decodificación sigue siendo así, aunque en este caso procesamos en paralelo todos los grafemas, lo cual nos da cierta sensación de estar leyendo de forma global. En este sentido, el método de enseñanza entorno a la lectura más adecuado sería aquel que trabaje por el desarrollo de la consciencia fonológica y que opte por la decodificación grafema-fonema más que por un reconocimiento global o de forma de las palabras, como si fueran dibujos.
Y en cuanto a la edad de inicio, cada vez hay más indicios de que las áreas cerebrales de las que depende el circuito de la lectura y del reconocimiento de las letras y su emparejamiento con los sonidos, estarían todavía madurando en la etapa infantil y hasta los 6-7 años (teniendo en cuenta además las diferencias en los ritmos madurativos), de manera que no habría ninguna prisa por empezar el aprendizaje de la lectura hasta la Primaria. Eso no quiere decir que si un niño o niña tiene interés antes, con 4 o 5 años, debamos impedírselo. Volvemos a la misma idea, debemos procurar situaciones de aprendizaje contextualizadas y que respondan a las necesidades de los niños y niñas cuando éstas se presenten.
¿Por qué en España se ha adelantado la edad de aprendizaje de la lectura? ¿Se están observando ya consecuencias? ¿Qué consecuencias puede llegar a tener?
El adelantar contenidos de aprendizaje suele responder a la extendida e infundada idea de que los aprendizajes cuanto antes mejor, potenciada normalmente desde el contexto familiar que quiere lo mejor para sus hijos e hijas. En este sentido, a menudo se cree que el niño o la niña que aprende antes a leer va a ser más inteligente o que eso va a ser predictivo de mayor éxito académico y laboral en el futuro, cuando no hay ninguna evidencia de que esto sea así.
Forzar el aprendizaje de la lectura en un niño o niña que todavía no está preparado o preparada para hacerlo, o que no tenga ningún interés en ello, puede acarrear consecuencias negativas, sobre todo en lo relativo a su autoestima y a su motivación por el aprendizaje. Probablemente no vaya a haber ningún daño neurológico y acabará decodificando el lenguaje escrito y leyendo sin problema, pero todas las experiencias de aprendizaje emocionalmente negativas que habrá acumulado entorno al aprendizaje de la lectura va a condicionar sus ganas de seguir aprendiendo en otras áreas y situaciones escolares.
El aprendizaje cuando es deseado y nace de una inquietud o de una pregunta personal es placentero y reforzante por sí mismo. Tenemos un cerebro que está diseñado para aprender y para hacerlo toda la vida gracias a la grandísima plasticidad de que disponemos, de manera que el aprender es de alguna manera inevitable. Por lo que debemos procurar, tanto en la escuela como en casa, ofrecer situaciones de aprendizaje que sean reales, útiles, ricas, motivantes y respetuosas con los ritmos y los intereses de quienes deben aprender. Cuando el aprendizaje es impuesto desde fuera, estamos perdiendo horas y talento y educando a los niños y niñas a hacer las cosas para complacer al adulto sin atender a sus necesidades reales.
¿Cómo podemos hacer para fomentar un hábito duradero de lectura en nuestros hijos y alumnos?
El aprendizaje de los hábitos depende, sobretodo, de lo que el niño o niña vea en su entorno más inmediato, de sus adultos de referencia que van a ser sus modelos de conducta. Si queremos que nuestros hijos o hijas lean, debemos ser lectores habituales y apasionados de manera que les podamos transmitir la idea de que leer es fascinante y apasionante.
Por otro lado podemos potenciar situaciones de lectura de una forma natural en un contexto de interacción social como puede ser ir juntos a la biblioteca una vez por semana, comentar lecturas y cuentos, dejarnos notas, leer juntos el periódico, poner los dibujos o películas en versión original subtitulada, etc.
¿Qué aporta la lectura al cerebro de los niños?
El cerebro humano está diseñado de forma innata para desarrollar la capacidad de hablar (aunque necesita de un entorno hablante para poder desarrollarla), pero no para desarrollar la lectura y la escritura. En este sentido, el lenguaje escrito es un tipo de lenguaje de reciente aparición en la historia de nuestra especie y no todos los grupos humanos que han poblado el planeta han llegado a desarrollar un código arbitrario de símbolos para su lengua hablada.
En este campo son referentes los estudios de Stanilas Dehaene quién, junto con su equipo de neurocientíficos, han estudiado los cambios que tienen lugar en el cerebro de los niños, niñas y personas adultas cuando aprenden a leer, y que requiere de cierto “reciclaje neuronal”, de manera que ciertas áreas de nuestro cerebro se ven modificadas por el aprendizaje de la lectura y algunas empiezan a realizar funciones para las cuales no fueron creadas inicialmente.
Uno de los mayores cambios que tiene lugar en nuestro cerebro cuando aprendemos a leer es en un área denominada por Dehaene como “letterbox” o caja de letras en la corteza temporo-occipital izquierda, ya que es un área que sólo se activa en aquellas personas que saben leer y sólo para procesar aquellas letras o caracteres que reconocemos como propios de nuestro idioma. Éste área, antes del aprendizaje de la lectura, se activa con el reconocimiento de caras y formas de objetos, y a medida que el aprendizaje de la lectura va teniendo lugar, su activación por caras y objetos va disminuyendo, la función se lateraliza al hemisferio derecho, hasta que en el hemisferio izquierdo sólo responde a las letras.
Por otro lado, las áreas visuales de la corteza occipital se hacen más precisas y se especializan en reconocer las formas de las letras y también se dan cambios en las áreas del lenguaje donde se procesan las representaciones de los sonidos del lenguaje ya que gracias al aprendizaje de la lectura, aumenta la capacidad para discriminar fonemas y atribuirles diferentes grafías. Por último, el aprendizaje de la lectura también genera cambios a nivel de conexiones, ya que aumentan las fibras que conectan las letras con los sonidos de forma bidireccional, de manera que cuando oímos los fonemas, los sonidos del lenguaje, también podemos pensar en sus grafías.
Por último, recomiéndanos un libro que todo niño debería leer antes de cumplir los 12 años.
No creo que exista ningún libro que todo niño o niña deba leer antes de ninguna edad, más que aquel libro que le interese y le agrade a cada uno. En cualquier caso, si tuviera que hacer una recomendación sin duda me iría hacia el género de lo fantástico por un lado por mis gustos personales y por el otro por el efecto que la fantasía ejerce sobre la imaginación y la creatividad de los niños y niñas. Y si dentro de este género tuviera que recomendar un libro y para estas edades, sin duda elegiría La historia interminable de Michael Ende, por su juego entre el mundo real y el reino de Fantasía, los giros inesperados, la magia, los personajes… una joya de la literatura infantil.
Realmente muy valioso este trabajo, presenta la importancia de la madurez cerebral en el proceso de lectoescritura. Todo a su tiempo. Igualmente al conocer las funciones cerebrales entendemos que la NEUROEDUCACION ea vital en estos procesos.
Muy interesante conocer el cerebro (Neurociencia) para el desarrollo de la lectura y escritura en los estudiantes de primaria. Gracias por sus aportes.