Se ha criticado mucho que los padres hagan huelga de deberes, pero entiendo que, como todas las huelgas, tienen una base. Si como docentes, profesores, tutores, mediadores, jefes de estudio o directores nos hemos manifestado sin pausa tras la última reforma legislativa y su ley Wert, ¿por qué protestamos si ellos también se manifiestan? Una huelga de padres es sinónimo de implicación en la tarea educativa y preocupación por el bienestar y desarrollo educativo de sus hijos porque ven algo que no funciona y lo quieren cambiar. Todo el día protestando porque los padres no se implican y ahora que lo hacen… ¿Estamos en contra?
A lo mejor a los padres les pasa como a sus hijos: Que en el colegio no se les escucha con la atención que necesitan. Como mediador escolar no puedo entender que cuando un alumno te dice que no quiere sentirse obligado a hacer deberes, la respuesta sea una amenaza o un castigo. Las escuelas deben ser para niños y no para adultos. Mientras las escuelas sigan basándose en el interés de profesores, con el lema de “lo que ponga en el libro es lo que hago”, ¿cómo no va a ser normal que los padres hagan huelga? Casi me atrevería a decir que me parece obligatorio que la hagan.
Pero para no escribir una opinión a la ligera voy a contar mi experiencia personal.
Mi experiencia personal como mediador escolar
Soy mediador escolar y durante los últimos seis años he dado clase diariamente desde 1º de primaria hasta 6º y en la ESO y Bachillerato de forma más puntual. Mis clases son de habilidades sociales y aprender a relacionarse mejor, resolución de conflictos e inteligencia emocional. He formado y puesto en marcha un programa de mediación escolar con alumnos mediadores en la ESO para poder resolver conflictos de forma pacífica. Todo este trabajo gracias al apoyo de equipos de orientación, jefatura de estudios y dirección.
Trabajando hace un par de años en 6º de primaria, un alumno se acercó un día a mi mesa y me preguntó si podía hablar con su padre para convencerle de que el sábado se iba a casa de un compañero a estudiar y decirle que no le estaba engañando. Su padre no le creía. ¿Por qué? Fácil: porque hacer deberes es una obligación que tienes ganas de saltarte para ir a jugar al futbol.
¿Por qué un hijo motivado es algo raro cuando se trata de estudiar un sábado por la tarde?
Ese curso estábamos trabajando empresas creadas por los propios alumnos. Sólo había una norma en clase: No había jefes y todos los integrantes de la empresa eran iguales entre sí. En el aula se trabajaba al ritmo que los grupos necesitaban y se autogestionaban el tiempo y el trabajo. Lo que yo hacía era poner objetivos semanales de trabajo, supervisar o resolver dudas, no imponía un ritmo de trabajo ni decía lo que había que hacer. Podían trabajar en clase, en el patio o en su casa. Ellos mismos ponían sus horarios, pero tenían que cumplir el objetivo.
¿Qué sucedía en el aula? Se generaban redes de trabajo cooperativo de forma espontánea porque alumnos de una empresa se interesaban por otras. Había competencia sana porque los grupos querían estar al día y cumplir y no quedarse desfasados. Como profesor, mi trabajo era el de mantener un clima de trabajo adecuado. Los alumnos tenían libertad para bajar al patio a trabajar o irse a la biblioteca. Obviamente, como profesor tenía que estar encima, y había días buenos y días de mucho ruido como en cualquier grupo de trabajo.
Aprendí como profesor algo que llevo pensando años y que durante los últimos he podido constatar: Es la motivación y la emoción lo que facilita el aprendizaje en el aula. Los alumnos venían más motivados a clase, preguntaban si podíamos dedicar más horas a trabajar las empresas (yo sólo tenía una hora semanal con ellos). Y como no tenía más horas, los alumnos quedaban en recreos o fuera del colegio para seguir trabajando.
He puesto en marcha este proyecto en otras aulas de educación primaria. En unas ha funcionado y en otras no. ¿En cuales no ha funcionado? En las que el control del profesor sobre el proceso educativo era tan alto, que los alumnos no sabían trabajar con libertad. O les decías lo que tenían que hacer o se aburrían. Básicamente, estos alumnos necesitaban deberes, estaban acostumbrados a obedecer y eran muy poco creativos.
Voy a contar otra anécdota: Las empresas estaban organizadas por departamentos y tenía que haber dos departamentos fijos: Contabilidad (matemáticas) y Gestión de recursos (Conocimiento del medio). Los otros dos departamentos se los inventaban los propios alumnos en función de la empresa que habían creado. Había un periódico, una empresa de campos de fútbol de césped reciclado, una empresa de coches ecológicos, una peluquería…
Todos los días, los últimos 10 minutos de clase siempre se exponía el trabajo y se compartía por si a otros grupos les servía de algo y se debatía si había preguntas. Uno de los objetivos semanales a trabajar era cerrar bien la contabilidad. Un día, un alumno encargado del departamento de contabilidad de una de las empresas expuso su trabajo en clase. Había cuadrado en un Excel las cuentas de la empresa al céntimo. Cuando llegó el tutor para la siguiente clase, le dije que le enseñara el trabajo porque me había parecido buenísimo. Y, al verlo, el tutor me comentó sorprendido que ese alumno suspendía matemáticas… ¿Alguien me puede explicar cómo un alumno de sexto de primaria que suspende matemáticas, cuadra perfectamente una hoja de contabilidad? Sólo le dije una cosa: “Es imposible que con este trabajo le suspendas matemáticas”.
En conclusión
O empezamos a pensar seriamente que la motivación y la emoción son lo que generan las ganas de estudiar y de aprender, y que es básico para el desarrollo psicosocial de un alumno en la escuela actual, o seguiremos en el mismo camino: El camino de una escuela desfasada y obsoleta, pero sobre todo aburrida, en la que no se despierta el interés en menores de edad.
Tenemos que entender de una vez que:
- Mandar deberes no va a hacer que un alumno sea más organizado. Aprender a gestionar el tiempo, sí.
- Mandar deberes no va a afianzar aprendizajes. Desarrollar la motivación y la emoción por aprender, sí.
- Mandar deberes no va a hacer que aprendas que tienes que hacer cosas que no te gustan. Enseñar la tolerancia a la frustración, sí.
- Hacer ejercicios repetitivos y aburridos no va a potenciar habilidades. Trabajar la comunicación asertiva y buenas habilidades de comunicación, sí.
- Estar delante de un cuaderno y un libro una hora por la tarde no va a mejorar tu atención. Realizar actividades creativas, sí.