Laia Pérez Valcarcel
Conciliar es una palabra que creo no conocía hasta hace bien poco. Crecí asumiendo que eso que tus padres trabajen de sol a sol es lo que toca. Eso de irse de vacaciones con tu canguro es lo que toca. Crecí feliz, y tengo muy buenos recuerdos de mis tardes y veraneos con la persona que me cuidaba. Ella es para mí como mi familia. También tengo muchos recuerdos de paseos con mis padres: por las mañanas camino al colegio, mi madre dándome las buenas noches, paseos de domingo, y fines de semana de agosto. Y viajes. Ya en edad adulta, tras venirme a vivir a Chile, y acostumbrarme a trabajar 45 horas semanales (mínimo) y tener solo 15 días de vacaciones al año, empecé a darme cuenta de que eso no era para mí.
Cuando nació mi primera hija, y por su baja subida de peso, tuve la suerte de quedarme con ella el primer año. Al volver a trabajar, a un trabajo que me encantaba pero en una empresa donde era un número más que una persona, empecé a verme dándole los buenos días a mi pequeña, y las buenas noches. Pero no la veía durante el día, me perdía todas las cosas que hacía…y aunque así crecí yo, no quería repetir la historia.
Me tocó viajar fuera del país a ayudar en la organización de un evento internacional para mi empresa. Esa era la mejor parte de mi trabajo, esos eventos grandes una vez al año. Se aprendía tanto… Pero pasé una semana sin ver a mi pequeña y, sabiendo ya que venía otro bebé en camino, me di cuenta que mi trabajo me encantaba, pero no me compensaba si me quitaba tiempo de estar con mis hijas.
Después de la baja maternal con mi segunda hija (que ahora en Chile es de 5 meses y medio) planteé en mi trabajo que no quería horario completo…me ofrecieron flexibilidad pero en la práctica no la veía por ninguna parte. Así que busqué y busqué y encontré un trabajo media jornada (en Chile es como buscar una aguja en un pajar). Ahora voy contenta al trabajo, disfruto lo que hago y paso las tardes con mis hijas. Estoy más cansada físicamente, pero más feliz. Además tengo flexibilidad de verdad. Puedo flexibilizar mis horas los días que tengo que recogerlas del colegio, o llevarlas al médico, o si hay un evento en el colegio.
La conciliación ha tomado un nuevo significado para mí y tiene mucho valor para las niñas. Me he dado cuenta que hay un mundo de diferencia si trabajas para alguien que entiende el valor de la conciliación familiar. Y para mí estar en casa, jugar, llevarlas a clases, al parque, a casa de amigas, invitar a amigas entre semana…estar, sencillamente estar con ellas, no tiene precio. Ya no sé si sería capaz de trabajar jornada completa otra vez, porque ellas son mi mejor trabajo.