Esta semana se ha celebrado en la Universidad Nebrija un cara a cara entre profesionales del mundo de la educación y representantes políticos de los cuatro principales partidos organizado por Sociedad Civil por el Debate y moderado por Manuel Campo Vidal, co-fundador de esta asociación. El principal objetivo del encuentro era llegar a un preacuerdo para un pacto de Estado por la Educación (antes de las elecciones) que todos sin excepción consideran necesario. Finlandia tiene un pacto de educación desde hace 62 años. En España en 30 años no ha habido pacto. Llevamos siete leyes educativas en lo que va de democracia. “El mundo educativo debería evitar los enfrentamientos políticos. Si de mí dependiera los encerraba en un parador a todos para que llegaran a un acuerdo. Solo hay que tomar 4 ó 5 decisiones para que un pacto de Estado por la Educación sea posible”, retaba en la ponencia inaugural José Antonio Marina, director de la Cátedra Nebrija-Santander en Inteligencia Ejecutiva y Educativa y Presidente de la Universidad de Padres.
¿Qué pide el sector educativo?
El sector educativo denuncia la parálisis que sufre por culpa de la incapacidad de los políticos y pide estabilidad. “Queremos un plan educativo que dure al menos 20 años, que nos dejen trabajar a os que estamos en las aulas”, pedía Carmen Pellicer, sub-directora de la Cátedra Nebrija-Santander en Inteligencia Ejecutiva y Educación y Presidenta en la Fundación Trilema. A la petición de estabilidad, añadían excelencia y equidad (“que no tienen porqué estar reñidas”, aclaraba Pellicer), una inversión de al menos el 5% de PIB, profesionalidad, autonomía y pluralidad que permita la innovación, transparencia en la gestión y espacios para el diálogo.
Para Amador Sánchez, Secretario General del Colegio Profesional de la Educación el punto de partida para el pacto de Estado por al Educación tienen que ser el alumnado, sus familias y la sociedad en general.
El problema de la educación no es un problema aislado. Amador Sánchez recordaba la importancia de poder conciliar la vida laboral y escolar con la personal y familiar: “Los padres y los hijos tienen que tener tiempo para la educación y la convivencia. Esto requiere revisar los horarios y la organización del mundo laboral”.
Pilar de los Ríos, presidenta de la asociación de directores de institutos, concluía que el punto de partida debe ser localizar las área de mejora más importantes y las que más repercuten en la calidad de la educación.
¿Qué dificulta el pacto de Estado por la Educación?
Tras escuchar atentamente el debate, mi conclusión es que el principal freno a un posible pacto es el orgullo del PP: “No vamos a paralizar la LOMCE. Es la primera vez que un partido de centro derecha ha puesto en marcha una única ley”, decía Juan Soler, portavoz de educación del PP en el Senado en la pasada legislatura, sabiendo que el resto de los partidos exigen paralizar la LOMCE para participar en el pacto, según le recordaba José Antonio Marina. Juan Soler se quejaba de que cuando se sientan a negociar, si el PP no piensa igual que el resto, se les veta.
Cecilia Salazar, diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid y portavoz de Educación, explicaba que la clave del problema está en lo que cada uno entienda por educar. “Existen dos modelos educativos: más individual (orientado al mundo laboral) o más social (necesario para la democracia). Pero hay muchos caminos intermedios”. Esta diferencia nos lleva a otro de los grandes puntos de desacuerdo: ¿Qué primamos, equidad o excelencia? Como decía Carmen Pellicer, no tendrían por qué estar reñidas y con financiación se solucionaría el problema, pero puestos a elegir, la mayoría se inclina hacia la equidad: “El nivel socioeconómico de los padres o la Comunidad Autónoma en la que nazcas no deberían influir en los resultados de los niños”, denunciaba Marta Ribera de la Cruz, diputada de Ciudadanos en la pasada legislatura.
Otro freno es la identificación entre público y estatal. La enseñanza pública garantiza la equidad pero si se identifica con estatal parece llevar un control con el que no todos están de acuerdo. Lo mismo pasa con la identificación entre esfuerzo y fracaso. “Bajar las tasas de repetición no es renunciar a la cultura del esfuerzo”, señala Pellicer.
Voluntad de pacto
Para avanzar en el pacto de estado por la educación, José Antonio Marina proponía que la LOMCE se convierta en una ley de transición, mientras se estable el pacto (a ser posible antes de las elecciones) y se aprueba una nueva ley (antes de dos años). Con pequeños matices al final todos parecieron mostrarse a favor de esta propuesta. “Si hoy henos conseguido respetarnos, ya hemos empezado un camino. En el periodo electoral se subrayan las diferencias así que va a ser complicado firmar nada antes de las elecciones. Pero vista la actitud se podrá conseguir ese pacto educativo”, comentaba Juan Soler. “Es la primera vez que escucho consenso en esto”, añadía Vicente Álvarez. “Lo mejor es una muestra de cambios de actitudes. Dejar de tirarnos los trastos electorales para construir juntos. Es un buen mensaje para la ciudadanía”, concluía Marta Ribera.
Al cerrar el acto, Manuel Campo dijo que no basta con palabras esperanzadoras y la voluntad más conciliadora. “Con Gabilondo estuvimos cerca del pacto y en el último momento apareció una voz en contra que impidió que se firmara. Vamos a citar a la dirección de los partidos para que antes de las elecciones haya una hoja de ruta”.
Parece que el viento sopla a favor de un pacto de estado por la educación. Ojalá llegue a firmarse porque falta nos hace.