He asistido a la presentación del libro “¿Síndrome de la impostora? Liderando en femenino, de Beatriz Arias Gago, ingeniera de Telecomunicaciones, directora ejecutiva en la industria de la tecnología, coach, mentora y speaker en liderazgo y talento femenino. El libro está publicado por la Editorial Universitaria Ramón Areces en la colección Neuromanagement RRHH.
Reconocer el síndrome de la impostora y aceptarlo
Beatriz, junto a otras mujeres líderes del sector tecnológico, han compartido su experiencia profesional siendo minoría en profesiones mayoritariamente masculinas. La opinión compartida ha sido que desconocían el síndrome de la impostora y pensaban que no lo tenían, pero al leer el libro se han sentido identificadas con algunas de las situaciones que describe la autora en las que el hecho de estar en minoría, ser mujer o más joven hace que aparezca una vocecilla que cuestiona tu mérito y merecimiento. “No sabía lo que era el síndrome de la impostora. Lo busqué en internet y pensaba que no lo tenía, pero al leer el libro me sentí identificada”, introducía María Segura, editora del libro. “Es necesario reconocerlo y aceptarlo para que no se pierda talento”.
Compartir para sentirnos menos solas
Ana Moreno, profesora de la Escuela de Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid, coordinadora de la colección Neuromanagement RRHH en la que está publicado el libro y moderadora de la mesa redonda explicaba que faltaba una voz de mujer en esta colección que pretende desplegar todo nuestro potencial desde la armonía, poniendo el foco en los equipos, las personas y la sociedad digital. “Durante mucho tiempo Beatriz se sentía sola e incomprendida en sus posiciones de liderazgo en el sector tecnológico hasta que tuvo la oportunidad de compartir su experiencia con otras mujeres que estaban en situaciones parecidas. Ser minoría agota. Compartiendo su experiencia Beatriz aportaba valor para que otras mujeres no se sientan solas y así surgió la idea de plasmarlo en este libro”, explicaba Ana. “Liderar en femenino en el sector tecnológico no es sencillo. Hay pocas mujeres en la Universidad y cuando llegan a la empresa les toca abrir camino. Hay un sentimiento de no poder ser tú con naturalidad”.
Esa vocecilla que nos acompaña
La primera en compartir su experiencia ha sido Teresa de Pedro, física, experta en robótica, precursora de los programas de inteligencia artificial y Premio Julio Peláez a Mujeres Pioneras de la Ciencia. Teresa se mostraba humilde ante sus logros: “No es para tanto. Me he esforzado para hacer mi trabajo. No he tenido la sensación de romper muchas barreras. No me siento una heroína. Como me pasó desde el principio, lo veía como algo normal. Mi liderazgo era natural. Las circunstancias me llevaban a hacer lo que hacía. No me consideraba excepcional”. Sin embargo, Teresa reconocía que siempre había una voz que le acompañaba preguntándose si lo estaría haciendo bien. Esa voz y el hecho de sentirse un punto singular, minoría, le hacían documentarse y aspirar a la excelencia.
A continuación ha intervenido Begoña Artiñano, subdirectora general de CIEMAT. Explicaba que en la investigación en un centro público no importa ser hombre o mujer porque los méritos son los méritos. Son objetivos. Las revisiones son ciegas. La cosa cambia cuando llegas a puestos de gestión que ya son por designación. “He tenido la sensación de ser la cuota y me he preguntado ¿Qué hago yo aquí?”, concluía Begoña.
“El síndrome de la cuota se te pasa cuando obtienes resultados”, apostillaba María Antonia Rodríguez Utrera, directora general de Dell Technologies, siguiente en intervenir. En su empresa, donde según contaba hay un clima de respeto en el que se visibiliza el trabajo femenino, no ha experimentado el síndrome de la impostora. Sin embargo sí lo siente actualmente en actividades relacionadas con visibilizar el liderazgo femenino porque siente que tiene una gran responsabilidad: “Las mujeres jóvenes me dicen que les ha ayudado mucho conocer a mujeres como yo que hemos llegado a un puesto de dirección en el sector tecnológico”.
También hemos tenido la oportunidad de escuchar el testimonio grabado de Lucía Sallé, ingeniera biomédica en Accenture, recogido en el libro. Contaba que no había sentido el síndrome de la impostora en su sector porque viene de una familia de ingenieros y además la Ingeniería Biomédica es posiblemente la única ingeniería con mayor número de mujeres que de hombres. Sin embargo, sí lo sintió en el mundo de las starups donde en su opinión se premiaba a la gente de una forma muy masculina. “No confrontas con tu entorno si estos pensamientos están solo en tu cabeza o les pasa a las demás, por eso es tan necesario el libro ¿Síndrome de la impostora?. de Beatriz Arias”.
Conciliación, corresponsabilidad y la voz interior
La última en intervenir antes de la autora ha sido Laura Sagnier, investigadora y activista pro equidad, prologuista del libro. “En España el porcentaje de excedencias y reducción de jornadas es muy superior en mujeres que en hombres. A las empresas les cuesta confiar en nosotras”. Laura apelaba a nuestra responsabilidad social individual para acabar con la losa de hormigón, término que ella misma acuñó y que hace referencia al peso que cargan las mujeres por hacer el doble o el triple que sus parejas en casa y en el cuidado de los hijos. “Mi pareja vuela libre porque yo se lo estoy permitiendo. Debería ser obligatorio hablar de conciliación y corresponsabilidad en todas las universidades”. Beatriz dedica el capítulo 5 a la conciliación: “Madre y trabajadora, o fraude en ambas”.
Y como lo mío es la conciliación, me tomaré la libertad de compartir un párrafo (para mí doloroso) de este capítulo (sin ánimo de hacer spoiler):
“Le dije a mi marido que no quería renunciar a mi carrera. ‘¡Mala madre!’, rugió la voz impostora. Cuando llegó el divorcio tuve la gran fortuna de poder contar con mis padres como abuelos increíblemente entregados […]. Mi carrera despegó a partir del momento en el que pasé a cuidar a mi familia como madre divorciada con dos niños pequeños… y también el sentimiento de culpa”.
El síndrome de la impostora es estructural
Para concluir esta interesante mesa redonda, Beatriz Arias, autora del libro “¿Síndrome de la impostora? Liderando en femenino”, compartía cómo siempre se ha sentido la necesidad de demostrar que merecía estar ahí, en un entorno técnico en el que era la única mujer. En 2019 entró en un programa de liderazgo femenino en el que tuvo la oportunidad de compartir lo que sentía con otras mujeres y descubrió que el síndrome de la impostora “es una barrera invisible, inconsciente y colectiva. No es algo biológico sino estructural que afecta al 80% de las mujeres. También afecta a los hombres pero a las mujeres con más intensidad. El síndrome de la impostora se aprende y se aprehende. Los problemas estructurales hay que abordarlos de forma sistémica”. Esta es la tesis que defiende, argumenta e ilustra en el libro. “Tiene que ver con la autoexigencia y el perfeccionismo. Estás siempre intentando demostrar algo que ya eres”.
Yo también tengo el síndrome de la impostora
Al terminar han pasado la palabra al público y he aprovechado para compartir una anécdota que creo que venía muy a cuento. Hace aproximadamente un mes me llamaron de una empresa para pedirme una charla sobre el síndrome de la impostora. Lo primero que me vino a la mente fue “¿Cómo voy yo a hablar del síndrome de la impostora si yo de eso no sé nada?” y empecé a pensar en quién podría delegarla. Una vez encontré a la persona, se me ocurrieron mil cosas que podía haber dicho y hecho en esa charla, empezando por compartir mi experiencia personal con el síndrome de la impostora, como hace Beatriz en su libro. Al día siguiente de la invitación a participar en la charla, recibí el libro de Beatriz. Un mes después, coincidiendo con la presentación del libro, una compañera coach daba la charla sobre el síndrome de la impostora en la empresa que me contactó. ¿Podría yo haber dado la charla? ¡Seguro, y más ahora que me he leído el libro de Beatriz, que me ha hecho reflexionar sobre el tema y entenderlo como un problema estructural. Sin embargo, estoy segura de que me habría sentido una auténtica impostora. ¿Compensa? Como compartían alguna de las ponentes, creo que lo importante es reconocer este síndrome y convertirlo en nuestro aliado para hacer las cosas lo mejor que podemos y sabemos y esa va a ser mi actitud cuando vuelva a aparecer la vocecilla de la impostora.
Necesitamos más mujeres en STEM
Como colofón de este artículo sobre el libro “¿El síndrome de la impostora? Liderando en femenino“ y su presentación, recojo estas palabras de su autora: “Los datos manejan la realidad. Si no hay mujeres detrás de los datos, los datos dejarán atrás a las mujeres”.
Necesitamos más mujeres que hagan carrera en el ámbito STEM y este es un libro que contribuye a conseguirlo.
Comprar el libro