Patricia Linares
Nacida en 1978
Periodista
2 hijos (2008 y 2012)
@PatryLinares
Mi experiencia con la conciliación empezó antes de ser madre, de hecho ni siquiera tenía la capacidad para serlo. Durante toda mi infancia mi madre trabajó, no fue decisión suya, no le quedó otra opción, mis padres se separaron cuando yo tenía cuatro meses, mi hermano mayor dos años y el pequeño estaba en el vientre materno.
No sólo me faltó la convivencia diaria con mi padre sino que tuve que compartir a mi madre con el trabajo y mis hermanos. Fue una situación muy complicada. Mis primeros recuerdos son con mi abuelo materno, chicas que estaban contratadas en casa y, por supuesto, mi madre (que es una heroína en toda regla) pero a la que las fuerzas y los ánimos, de vez en cuando, le fallaban.
Treinta años después, me quedé embarazada de mi primer hijo, hacía unos meses que había emprendido un pequeño negocio con una amiga en Málaga. Y como cualquier empresario sabrá, el tiempo no es lo que más sobra. Pero mi marido tenía unos turnos bastantes buenos y pensé que lo podría compatibilizar bien, nada más lejos de la realidad. En el primer trimestre del embarazo tuve un sangrado que me obligó a hacer reposo durante 15 días, después de eso, mi marido, que estaba pendiente de unas oposiciones, aprueba y se tiene que incorporar a trabajar con plaza en Madrid.
Me vi sola y los fantasmas del pasado vinieron a visitarme. Sola para criar a nuestro hijo, jornadas maratonianas de guardería… unos escalofríos recorrían mi cuerpo, el día que le dieron la plaza a mi marido me alegré por su sueño cumplido pero, lo tengo que reconocer, lloré amargamente, no sabía cómo poder estar el día completo en el trabajo, sin su ayuda.
El embarazo transcurrió muy sobresaltado, tuve dos amenazas de parto prematuro y me prescribieron reposo absoluto hasta que el embarazo llegara a su término. Durante todo este tiempo mi compañera se ocupó de todo el peso del negocio y, cuando el niño nació, me dijo que estaba cansada, que en mi situación, sería mejor que saliera del proyecto. No la culpo.
Los dos primeros años de vida de mi hijo vivimos separados (físicamente), mi marido en Madrid y nosotros en Málaga, pero al menos yo tenía tiempo para criar al niño, para establecer ese vínculo afectivo y esa seguridad que necesitará durante toda su vida. Y no lo digo porque lo haya leído en los libros de psicología, lo digo porque sé que a mí me faltó y su ausencia, a día de hoy, se hacer notar.
Actualmente vivimos todos juntos, muy felizmente, en Sevilla; hemos tenido otro hijo que ahora tiene dos años y medio, y yo empiezo a plantearme mi reinserción al mundo laboral. Mi situación económica lo requiere. Pero tengo muchas dificultades: aquí no tenemos ningún tipo de ayuda de familiares y el trabajo de mi marido le requiere flexibilidad de horarios.
Algunas amigas, ex compañeras de trabajo o de estudios, que me han visto luchar como fiera para ganarme un lugar en el mundo laboral, me preguntan: “¿Cuando vas a volver a trabajar?” o me aconsejan: “Está muy bien que te dediques a los niños pero no te olvides de ti”…. ojalá ellas llegaran a comprender el gran bien que he obtenido de este parón obligado en mi carrera profesional, no por el hecho de ser madre, sino porque ahora sé que soy valiosa por lo que soy y no por lo que hago.
Patricia Linares, muchas gracias por tu artículo de Pedagogía Activa. Nos encanta Myland y con tu artículo apoyas todo lo que pensábamos de este lugar mágico. Todas nuestras esperanzas se centran en que nuestra hija de 3 años entre el próximo curso allí, incluso aunque tengamos que cambiar de residencia! Así que esperamos que sea pronto compañera de tu hijo pequeño. Saludos y esperamos poder conoceros en persona en breve.
Hola, Victoria!
Será estupendo conoceros. No seréis los primeros en cambiar de lugar de residencia para poder darle a los hijos una educación respetuosa. Pero poco a poco ¡o a trompicones! Iremos cambiando el mundo. Un día todos los colegios serán así y espero que lo veamos y lo disfrutemos juntas.
Un abrazo
Pues no podremos conocernos aún, Patricia! En la última reunión, nos enteramos de que no habría plazas libres. Imagínate nuestra desilusión! Ojalá podamos cumplir nuestro sueño muy pronto!