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Justo Fernández
Nacido en 1965
1 hijo (2004)
@JustoInjusto
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Yo no soy capaz de revivir y recordar la experiencia de bañar a mi hijo cuando era bebé. Y tampoco hace tanto de eso, porque mi hijo Manuel tiene 11 años. Y mi falta de memoria vivencial no se debe a que no lo hiciera nunca, porque de cuando en cuando lograba llegar a tiempo a casa, sino porque cuando lo hacía, yo tampoco estaba allí.
Pues empiezas bien, Justo, diréis. Y yo estoy de acuerdo: No, no empecé nada bien. Aquellos eran tiempos de ambición egoica y personal.
Identificado cuasi patológicamente con mi trabajo (directivo de medio pelo en una multinacional), para mí estaba claro qué era lo único importante: tan profesional eres, tanto vales. Así que mi autoestima estaba escrita en formato de Curriculum Vitae, donde un recién nacido y una paternidad novata no tenían cabida. Por entonces para mí la conciliación era cosa de mujeres y de algún díscolo de mi equipo que me ponía enfermo.
Pero no se puede andar desconectado de la esencia de uno mismo durante demasiado tiempo. Es como andar a ciegas, perdido, alienado, frío, vacío por dentro. Y te acabas estrellando justo contra la vida que te estás perdiendo.
Os quiero ahorrar aquí los detalles del estropicio, eso es otra larga historia. Quedaos con la buena noticia: Poco o poco, o de repente (no lo sé), desperté. Y por eso ahora sí que puedo hablar con la alegría de la experiencia, de Conciliación y Paternidad. Pero no como una lista de fórmulas, recomendaciones y consejos (eso es intelectualidad), sino como lo que es: una manera de mirar la vida, tu propia vida.
Siento que la clave está precisamente en re-conectar(se) con uno mismo, en rearmar tu interior recolocando el orden de lo esencial (¿Recordáis la metáfora de las piedras grandes, la grava, la arena y el agua? Pues eso). Fijaos, yo no «concilio» por mi hijo, lo hago por mí.
Y no se trata sólo de Conciliar en el trabajo, eso sería deshonesto postureo, se concilia en todo lo demás: con tus amigos, con tus amigas, con tus KDDs, con tus eventos, con tus sueños, con tus aficiones, con tu smartphone, con tu Facebook …. Ahora ya tu paternidad y tu hijo forman parte de ti, y para amarte sanamente ya no los quieres abandonar.
Y con las piezas colocadas en su sitio, por fin tu “conciencia” te deja de incordiar y todo va saliendo de manera natural. Porque Conciliar es lo natural. En el trabajo dices que tú te vas cuando acabe tu jornada. Y punto y pelota. Dices que ciertos días vas a tener tutorías con el profe. Y punto y pelota. Y que no se te olvide que en la Escuela también hay fiesta trimestral. A tus amigos les dices que a esa barbacoa vas con tu hijo. Y punto y pelota. Y los sábados por la mañana vas a llevar a tu hijo a su partido de fútbol (hablando de pelotas). Y si te entra una llamada de tu jefe cuando estás con los deberes del chaval, pues le cuelgas, y mandas un whatsapp diciendo que luego le llamas. ¡Ah! Y el Facebook siempre, siempre, siempre puede esperar.
Y así con todo. Día tras día, caso por caso, momento a momento, aquí y ahora tu corazón te dirá cómo Conciliar. Porque si le escuchas, tu corazón lo sabe. Y yo aprendí a escuchar.
P.S. Igual que la Paternidad, todo se puede Conciliar, sólo hace falta que sinceramente para ti sea esencial. La magia de la vida le dará a lo que amas el tiempo y el espacio.
Qué bien Justo. Y qué bueno que compartas tu experiencia, tiene doble o triple valor de lo que tiene algo contado desde la teoría.
Me encanta la frase «… porque cuando lo hacía, yo tampoco estaba allí.»
Un abrazo