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Una historia agridulce

Nacida en 1982

1 hijo (2013)

Periodista

Los dos años más felices de mi vida han sido agridulces… hace dos veranos estaba a punto de dar a luz… pero no estaba tan feliz como había imaginado, me acordaba de Angustias cuando le decía a la Bernarda: ‘Debería estar contenta y no lo estoy…’ y eso me angustiaba aún más…

No estaba contenta porque estaba muy cansada, tenía un barrigón enorme, dormía muy poco, me pasaba las noches en la bañera para soportar el peso de la barriga y el calor y a las ocho me levantaba para ir a trabajar.

Lo cuento ahora porque ya no tengo tanto miedo, porque eso fue lo peor, que me quitaron la ilusión de la maternidad y me hicieron tener miedo, estar insegura… y cansada… Cansada sigo, pero ¿qué más puedo perder?

Sabía que a mi jefa no le gustaban las embarazadas (ya me dijo que otra compañera era una irresponsable por quedarse embarazada de su segundo hijo ‘como está el mundo’) sabía que no le gustaban las embarazadas… ni las mujeres. Considera que las mujeres no valen para trabajar, no como los hombres. Sabía que no lo iba a tener fácil, pero era tan tonta que creía que todo iba a salir bien, que mi bebé me iba a traer fuerza y felicidad para superarlo todo.. . Me equivocaba.

En los últimos meses de embarazo tuve que adelantar todo el trabajo que no podría hacer en mi baja maternal, tonta de mí, yo lo hacía para evitar problemas, porque cuando insinuaba que no me daría tiempo la respuesta era: reserva unas horas para eso… horas que tenía que quitar de otra cosa para la que también tenía que reservar horas…

Y así… nació mi hijo… después de unos desagradables episodios de malentendidos que no se querían entender para tener una excusa para amargarme la vida y que no detallo para no dar pistas sobre mi jefa. Jefa que no vino a conocer a mi hijo, se lo traje yo al trabajo. Jefa que ni me llamó cuando el médico me dio la baja un mes antes de que naciera mi hijo porque ‘estar embarazada no es estar enferma’ y ella estuvo trabajando hasta el último día y se fue a trabajar un día después de parir (pobre bebé el suyo… pero ahí no me meto) No me llamó ella, como tampoco me llamó mi sustituto ni ningún compañero para decirme que estaba enormemente enfadada… ni mi enlace sindical, con el que yo había consensuada todo para no tener problemas y meses más tarde me dijo: ‘te pusieron aquí para que ver cuánto aguantabas…’ pero no adelantemos acontecimientos.

Yo no pensaba cambiar de puesto de trabajo, como le había hecho saber a mi jefa al principio del embarazo, no porque fuera un camino de rosas, que no lo era, pero me permitía tener horarios flexibles y cobrar horas extras y otros ‘pluses’…

Durante mi baja maternal lo hice todo tal y como me dijo mi directora de recursos humanos, incluso pedí incorporarme antes y no me dejó porque tenía que gastar todos los días y yo, por supuesto, no quería perderlos. Cuando tuve una fecha de reincorporación escribí un mail a mi jefa pidiéndole una reunión para hablar de la reincorporación, del que aún no he recibido respuesta. Le envié un whatsapp diciéndole que iría a verla al trabajo y días después me contestó que ‘no me molestara’, aún así, yo fui…

Fui con mi marido y mi hijo a llevarle un regalo de cumpleaños y hablar con ella… cosa que eludió en todo momento, hasta que en la puerta de la calle me dijo que ‘ya me diría la empresa a qué puesto me tenía que incorporar… que con ella no iba a volver porque se debía a la persona que estaba trabajando ahora con ella (mis siete años con ella no merecían ningún respeto, por lo visto). Ni me miró a la cara cuando me lo dijo. En ese momento faltaban dos meses para que yo me incorporara al trabajo, dos meses en los que debería haber disfrutado de mi hijo y que fueron, de nuevo, de angustia. ¿Se merecía mi bebé que me pusiera a llorar encima de él al cambiarle el pañal? ¿Me merecía yo estar en esa situación con todo el esfuerzo que había hecho durante el embarazo por mi trabajo?

Pues parece que sí, porque aunque fui con todo el optimismo del mundo a la reunión con mi director mes y medio después, me di, como dicen muchas madres, de bruces contra la realidad. Si ser madre ya es un reto, pedí un puesto con un horario que pudiera compatibilizar con la guardería y la respuesta fue “no”. No me cambiaban de puesto, me sacaban del mío y creaban uno para mí, podría haber sido cualquiera, pero era uno en el que no me dejaban conciliar. Y eso no era todo… el sueldo: Me quitaban todos los extras y los pluses, sueldo base, sin nada de lo que cobraba antes y con un bebé, con guardería, pañales… qué os voy a decir. Pero hay más: tenemos un nuevo reto, ahora vas a trabajar en Alemán… ya sabemos que no eres alemana, pero ponte las pilas, búscate un profesor y acostúmbrate, porque te vamos a exigir más que a los alemanes nativos. Esos fueron los tres regalos que me hizo mi empresa por ser madre.

Dos años después el resultado es que he pasado de tener ‘algo ahorrado’ a estar ‘en números rojos’. Que me ha costado sangre sudor y lágrimas salir un poco antes para recoger a mi hijo, pero no me permiten hacer jornada intensiva, tengo que parar una hora para pasearme por el barrio y luego salir literalmente corriendo a recoger a mi hijo en la guardería. Estoy cansada, mi casa siempre hecha un desastre, no tengo un solo minuto para mí (miento, tengo una hora cada mediodía para mí solita gracias a mi empresa) y no disfruto a mi hijo lo que debería.

Sé que no soy la única así… lo más triste es que he visto cómo las compañeras que han sido madres antes que yo han sido cuidadas por la empresa, con mejores horarios, etc… porque el problema no era ser madre, era ser yo y haber tenido la mala suerte de estar siete años trabajando con una señora que sólo se preocupa por ella. Mi enlace sindical me dijo que la única política de conciliación de la empresa era la reducción: si no puedo mantener a un hijo ahora, ¿cómo voy a hacerlo si encima cobro cien o doscientos euros menos?

Llevo dos años con depresión (que no puedo tratarme como debería porque no tengo dinero para psicólogos, aunque voy a mi médico de cabecera con frecuencia). En dos años me he puesto enferma más veces que en toda mi vida anterior y hay días en los que no me puedo levantar de la cama.

Sí, tengo un bebé precioso, pero tengo mucha angustia (sé que lo he dicho dos veces, lo repito) tengo miedo, tengo sueño, tengo ganas de llorar constantes…

He decidido compartirlo ahora, porque ya no tengo miedo… y aún así, me oculto tras un nombre que no es el mío…

3 comentarios en «Una historia agridulce»

  1. Hola, periodista anónima. Siento mucho la situación por la que estás pasando. Ninguna madre debería vivir algo así. Ninguna persona debería vivir algo así. Con la -desgarradora- información que aportas te diría que lo que te han hecho tiene nombre y es denunciable: mobbing. Te animo a que rompas con todo y salgas de esa situación ya. Sé que el mercado está difícil, pero ¿realmente ese trabajo es la única opción? Sé que estás cansada y fatigada, pero la única persona que puede hacer que todo cambie eres tú. Está en tu mano y no estás sola. De verdad, te mando todos la fuerza y la energía del mundo para que te liberes y cojas las riendas de tu vida y puedas disfrutar tanto de tu familia como de ti misma. Un beso grande de otra mamá.

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  2. Yo también tuve un jefe así, era muy amable y educado pero muy desordenado y extremadamente dependiente. Mientras le solucionaba todo pero absolutamente todo, en su vida profesional y personal estaba encantado y me trataba como una amiga, pero fui tan desconsiderada de faltar un día al trabajo porque me tuvieron que intervenir de urgencia y me soltó una gran bronca con amenaza de que no lo hiciera más!!!! Todo cambió entonces, en la empresa me querían pero no me podían poner en otro puesto, me tuve que ir tras depresión con todo el dolor de mi corazón porque me encantaba ese trabajo. Tienes que salir de ahí, al final lo harás por mucho que creas que no puedes, no estas viviendo ni siquiera sobreviviendo, ánimo lo conseguirás y entonces te preguntaras por qué no lo has hecho antes

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    • Mi jefa tb creía que era Petra, crisda para todo.
      Por desgracia, todo es legal aunque inmoral. En mi empresa pueden cambiarte de horario cuando quieran, sin importar el tiempo que lleves.
      Y los sindicalistas….. Es que ni me han llamado…. Su única opción era arreglarme los papeles del paro como un gran favor… Por tuiter estando de baja me enteré de otro caso de una compañera que sí denunció y ahí sigue su jefe, con el respaldo de la empresa…
      Sí, debería irme, pero ….. no es fácil, ya lo intento. .. Así que….. El Euromillón es mi última esperanza. Gracias!!!!

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