[/vc_column][vc_column width=»1/3″]
Pilar Conejero Mateo
Nacida en 1964
Socia Nemoción y Psicoterapeuta en Centro Mada 15 años en cargos directivos
2 hijos (1991 y 1995)
@Pilar_Conejero
[/vc_column][/vc_row]
A mis PADRES, mi verdadera conciliación familiar y laboral
Hace tiempo, cuando terminé la carrera por el año 1988 jamás hubiera sospechado cómo sería mi vida laboral, es más, si me lo hubieran comentado no me lo hubiera creído. Y ahora, tantos años después, me parecería oportuno que la asignatura “Conciliación laboral y familiar” fuera obligatoria en cualquier plan académico. O quizá, para las de mi generación, hubiera sido más apropiada la asignatura “Olvídate de tu vida personal si quieres ser una buena profesional”.
Hace unos años se han puesto medidas, pocas pero algunas, para facilitar la conciliación entre el trabajo y la familia. Posi- blemente a las mujeres y hombres más jóvenes les parezcan insuficientes porque lo son, pero a las mujeres con edades comprendidas entre los 40-50 años nos parecen todo un logro….os cuento porqué.
Los primeros años de trabajo fueron emocionantes para mí porque tuve la suerte de trabajar para la Administración Pública con horarios fijos y continuados. Mi verdadera carrera con- trarreloj comenzó cuando entré a formar parte de una de las primeras plantillas de Tele 5. Todos jóvenes, ilusionados por formar parte de un proyecto apasionante….y algunos casados y con niños a los que atender. Me gustaría matizar que en algunos casos estábamos casadas con hombres para los que no tener en casa a una señora que se encargara de TODO todavía entraba en el ámbito de la ciencia ficción.
Con esta dedicación no fue difícil ascender, era alguna de las ventajas de las que gozábamos por aquel entonces, y quizá la que permitió una generación de grandes profesionales dedicados y motivados. Hijos de padres que tuvieron que trabajar tanto para darnos lo que ellos consideraban lo más importante, una carrera, no podíamos hacer otra cosa que trabajar para conseguir lo que ellos no tuvieron. Y sí, lo tuve, pero me quedé sin lo mejor que habían tenido ellos, una verdadera familia.
Con el divorcio mi vida se convirtió en un estrés que ni siquiera vivía como tal porque no me daba tiempo a pensar. Despertador a las 7 cuando en los mejores días quizá conseguía dormir 3 horas.
Como la tos continúa consigo abrir el armario para sacar con la cabeza un pantalón vaquero que junto con la camiseta del día anterior me pongo para ir a urgencias. Dejo a la de la tos en la cama, al del llanto en la cuna, mientras entono una canción inventada no sé si con el objetivo de que se calmen o al menos no les oiga, me quito el pijama (qué no sé para qué me lo ponía) y lo cambio por la camiseta y el vaquero.
A duras penas me miro en el espejo de reojo mientras busco los abrigos de los peques. ¡¡¡Horrorrrr!!!!, ¡¡¡uno de los abrigos está en la lavadora y el otro lo acaba de vomitar!!!! Vale, no pasa nada, voy al médico y lo entenderán. Llego al coche después de despertar a parte del vecindario con las toses, los llantos y mi canción inventada y 10 minutos después, cual milagro, consigo alcanzar la puerta de urgencias del hospital más cercano a las 4.15 horas. Primer asalto conseguido. Afortunadamente no hay mucha gente y entramos rápido previo paso por recepción y mil preguntas de aquella señorita a las que conseguía contestar entre pañuelos y mocos.
Se abre la puerta y ya estoy dentro… Se acerca la enfermera, me dan un box, tumbo a mi niña en la camilla mientras consuelo al pequeño y este momento de relativa tranquilidad se interrumpe con una voz que se dirigía a mí con el siguiente mensaje: “SEÑORA, ¿CÓMO SE LE OCURRE TRAER A UN NIÑO TAN PEQUEÑO AL HOSPITAL?, ¿NO LO PODÍA HABER DEJADO EN CASA?”. Miré aquella cara, me puse a llorar y sólo pude decir… es que vivo sola, sniff, sniff.
Después de aquella noche vinieron otras hasta completar 13 neumonías del pequeño y 3 operaciones de la mayor…..y siempre, me salvaron mis padres, a cualquier hora del día y de la noche puesto que, como os podéis imaginar, no volví al hospital con los dos JAMÁS.
Sí, 13 neumonías……o algunas más porque algunas veces cuando el termómetro superaba los 40º le daba el antibiótico por mi cuenta…. que luego dicen que no hay que dar antibióticos, pero en mi caso les ahorré alguna que otra consulta. ¿Y cómo hacía para que mi niño no se quedara solo nunca en el hospital? Con mis padres, efectivamente, con mis padres y cogiéndome los 3 días que me correspondían por hospitalización de un familiar cercano de forma partida, es decir, cogiéndome medio día cada día durante 6. De esta manera a las 8:00 venían mis padres al hospital, yo me iba a trabajar y cuando salía, a eso de la hora de comer, volvía al hospital hasta el día siguiente.
Pero quizá lo más emocionante fue la primera operación de mi hija. En aquella época trabajaba en un canal de cine local, más bien en un proyecto de canal de cine porque justo el día de la operación de mi hija el canal salía a la luz. Os podéis imaginar lo que supone preparar todo para el momento del lanzamiento en una clínica con tu exmarido, su familia y la mía. Pero ¡lo conseguí!, terminó la operación, salió el cirujano para decirnos que todo había salido muy bien, esperé a mi niña y cuando la vi…………salí corriendo hacía la productora para celebrar la puesta en marcha de “mi” canal con la película llamada “La hora de los valientes”, ¡qué gran título para el momento!
También ha habido momentos de ternura y éxitos deportivos. ¿Os acordáis de las galas de T5 en la época de las “Mama Chicho”? Yo en aquella época era la responsable del departamento de sastrería y además de recordar cada una de las coreografías, no puedo olvidar las jornadas de trabajo en El Palacio de Congresos de 36 horas continuas. Sí, contínuas, porque el departamento de sastrería era uno de los primeros que se ponían en marcha y uno de los últimos en salir. Así que, entre traje y traje, allí estaban mis padres con mi hija para que al menos le pudiera dar un beso y un achuchón….recuerdo perfectamente el vestido que le pusieron para ir a ver a su mamá que trabajaba en la tele.
Y podría seguir y seguir y seguir……pero prefiero terminar diciendo, con orgullo, que lo conseguí. Conseguí sacar adelante a mis niños y ahora que tienen 23 y 19 años me dedico a lo que siempre soñé, la psicología, y a ayudar a otras personas a llevar mejor los horarios, los niños, los maridos, las suegras, los compañeros y los jefes. Soy socia de NEMOCIÓN y ponemos psicólogos en las empresas para, al menos, intentar que las personas que tienen los mismos problemas que yo he tenido aprendan la manera de llevarlo mejor.
Hace falta mucha fortaleza, mucha dedicación y mucho amor por el trabajo y la familia para no volverse loca en el intento. Pero ahí están mis hijos, como tantos otros niños……todavía hoy comiendo en casa de los abuelos aunque ahora ya no haga falta. Ellos han ganado unos abuelos, los abuelos unos nietos y yo…….me he perdido casi todo de todos ellos.