Este fin de semana, en la madrugada del sábado al domingo, haremos el cambio de hora: Atrasaremos el reloj. A las 3:00 serán las 2:00. “Ganaremos una hora de sueño”, como se suele decir.
Cambio de hora: Un poco de Historia
La idea original la tuvo el norteamericano Benjamin Franklin a finales del siglo XVIII. En Reino Unido, un constructor, William Willett, fue el precursor del Daylight Saving Time, el horario de verano del que nos despedimos. El pretexto del primero era reducir el consumo de velas, el del segundo, ahorrar una fortuna en el recibo en la luz. Tales argumentos siguen siendo la principal excusa en la que se justifican hoy los gobiernos para mover dos veces al año las agujas 60 minutos.
Fue en la Primera Guerra Mundial cuando se instauró por primera vez el horario de verano para que se pudieran tener las fábricas abiertas una hora más. Acabada la Guerra, en 1940, en España se adelantó el horario una hora a Greenwich.
Este cambio de hora se aplica como directiva desde 1981, renovada cada cuatro años, hasta la aprobación en 2001 de la Novena Directiva, por parte del Parlamente Europeo y Consejo de la Unión, que afecta a todos los Estados de la Unión Europea con carácter indefinido. Fue incorporada al ordenamiento jurídico español por Real Decreto 236/2002, de 1 de marzo.
Suprimir el cambio de hora
Desde la Iniciativa para la reforma horaria de Cataluña piden a las instituciones europeas competentes que se suprima el cambio de hora de verano y de invierno. Para ello sugieren que en marzo de 2017, cuando toque adelantar al reloj, lo dejemos como está y no volvamos a adelantarlo ni retrasarlo nunca más.
Desde la Iniciativa para la Reforma Horaria explican que cuando la medida del cambio al horario de invierno y verano se implementó, “encender o apagar la luz una hora antes implicaba un cambio significativo en el uso de energía. Pero a día de hoy, en que la energía se usa en prácticamente todos los ámbitos -aire acondicionado, calefacción, equipos de música y televisión, electrodomésticos, ordenadores- la diferencia no es significativa”. Añaden que el cuerpo humano tarda una media de cinco días en adaptarse a las variaciones horarias, lo que se traduce en confusión en la toma de decisiones, alteraciones del sueño, fatiga, irritabilidad, falta de concentración, cambios de humor e incluso trastornos digestivos, especialmente en niños y ancianos.
Aprovechando este hito del cambio de hora que se repite dos veces cada año, la Comisión Nacional para la Racioalización de Horarios Españoles (ARHOE) ha organizado un evento con la participación de expertos de distintos ámbitos para analizar y poner de manifiesto los beneficios que podría tener volver al horario del Meridiano de Greenwich, algo que persigue esta asociación desde su origen.
Sin embargo, la Iniciativa para la reforma horaria advierte que el cambio de hora, regulado por la Directiva Europea antes citada, no debe confundirse con otros asuntos como “la recuperación de las dos horas de desfase horario en relación al resto del mundo, el impulso de una nueva cultura del tiempo en las organizaciones a favor de modelos más eficientes y más flexibles para atender las nuevas complejidades sociales y la recuperación del huso GMT en el marco de una reordenación global europea”.