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Autoestima, aliada imprescindible en entrevistas de trabajo

Antes de ser madre, entrevisté a muchas personas para fichar varias para mi equipo. Muchas de las candidatas eran madres, periodistas, llevaban tiempo sin trabajar y tenían la autoestima muy baja. Les había pillado la crisis y habían aprovechado para disfrutar de la maternidad. En los medios de comunicación les resultaba imposible encontrar trabajo: pocos puestos y mal pagados. Se habían dado cuenta de que la profesión de community manager estaba en auge, habían hecho un curso online de 20 horas y pretendían encontrar trabajo en una agencia de publicidad. Pero además de parecer que acababan de salir de una cueva tras años de encierro, porque durante su retiro temporal habían nacido y evolucionado las redes sociales y ellas habían permanecido ajenas a esta revolución, su autoestima estaba por los suelos. La pregunta sobre el salario, “¿cuánto te gustaría cobrar?”, terminaba de delatar su baja autoestima.

[bctt tweet=»Si no te quieres a ti mismo, es difícil convencer a los demás para que te quieran.»]

Autoestima en entrevistas de trabajo. Casos reales.

En las entrevistas advertía a mis futuras incorporaciones de que en publicidad no hay horarios, les preguntaba si se quedarían en la oficina o trabajarían un fin de semana en caso de que hubiera un pico de trabajo o tenían alguna obligación que se lo impidiera, y caían por su propio peso del proceso de selección. Pero no las eliminaba yo por tener que recoger a los hijos del colegio. Se achantaban ellas solas porque sabían que no podían ofrecer esa disponibilidad.

Tenía una cliente (mujer, aunque no madre) que, estando yo visiblemente embarazada, me dijo: “no me fiches un madre porque necesito una persona que esté disponible a todas horas”. 

Un día llegó una trabajadora, agradable, simpática, que por su manera de hablar hacía ver que era brillante y organizada… y nos enamoró a primera vista. Cuando teníamos decidido que queríamos que fuera ella nuestro fichaje nos dijo: “pero necesitaría tener jornada reducida”. Y lo consiguió, porque se quería, se valoraba, y nos hizo que la quisiéramos y la valoráramos. Y nos demostró que podía ser igual de productiva en menos horas. Y que si un día excepcionalmente hacía falta, encontraría la manera de asistir a una reunión o trabajaría desde casa.

Madres, grandes fichajes

Hace un tiempo os hablábamos del libro El cerebro de mamá, de Katherine Ellison, que pretenden desmentir la idea de que la maternidad atonta.

El otro día un alto directivo me recordó a este libro al decirme: 

[bctt tweet=» “No hay mejor trabajador que una madre mayor de 40 años que mantenga el interés por su carrera”.»]

Saben lo que quieren, tienen valores, se organizan mejor y son claramente más productivas. Me gustó escuchar sus palabras. Ojalá más empresarios, altos directivos y responsables de recursos humanos pensaran así. Pero quiero subrayar un aspecto que sugería este directivo y que apuntaba yo anteriormente: es muy importante haber seguido teniendo interés por la vida profesional, haberse mantenido activa, leyendo sobre el tema, acudiendo a eventos, conociendo gente del sector… en definitiva, alimentando nuestra autoestima. El objetivo es seguir sintiéndote laboralmente atractiva, «contratable».

Piensa:

[bctt tweet=»Si tú tuvieras que seleccionar una persona para tu equipo, ¿te ficharías?»]

Si la respuesta es no, piensa qué te falta para ser tu candidato ideal y ponte las pilas.

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