El trabajo abrió sus puertas: dinero.
El corazón abrió las suyas: "Te quiero".
(El recreo se agazababa, mientras tanto,
detrás de las auroras de la alborada)
El trabajo cerró sus puertas: vacío.
El corazón cerró las suyas: "hogar".
(El recreo correteaba, mientras tanto,
sobre las últimas luces del ocaso)
El trabajo entornó sus puertas:
Pura soledad a la intemperie.
El corazón entornó las suyas:
"Al abrigo te espero de sus arrullos".
(El recreo reflexionaba, mientras tanto,
sobre una laguna
entre dos aguas)
La Conciliación, al fin, tendió su puente
entre corazón, trabajo y recreo:
"libertad
para construir
los sueños...".
Raúl D. Pomares Bermúdez
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