En los años sesenta del siglo pasado, en plena dictadura, el boxeo triunfaba en España. Fue la época de Urtáin, Pedro Carrasco, Perico Fernández, Miguel Velázquez, Pepe Legrá y tantos otros. Varios boxeadores españoles fueron campeones de Europa o incluso del Mundo.
Eso, en tiempos en los que pocos deportistas españoles alcanzaban títulos internacionales, daba al boxeo mucha repercusión. Más aún si pensamos que Vicente Gil, además de ser presidente de la Federación Española de Boxeo, era el médico personal de Franco.
Cuando en mayo de 1976, poco después de la muerte del dictador, se lanzó El País, un periódico que quería marcar una nueva época, una de sus señas de identidad fue: “no publicaremos informaciones sobre boxeo”. Se trataba de un deporte que exaltaba la violencia entre personas y que en muchas ocasiones se había visto manchado por acusaciones de tongo. No hablar de boxeo le daba un aire más moderno y progresista.
En cambio en las páginas del nuevo periódico se podían leer unas magníficas crónicas taurinas escritas por Joaquín Vidal. Fueron otra de sus señas de identidad. Nadie cuestionaba entonces las corridas de toros.
El boxeo hoy en día
Han pasado algo más de cuarenta años. Decía el tango que veinte años no es nada, pero está claro que cuarenta, para muchas cosas, es una eternidad.
Paseando por Madrid veo cada vez más locales a pie de calle en los que numerosas personas, hombres y mujeres, “hacen guantes”, o sea, entrenan sus mejores golpes de boxeo.
Hace unos meses la empresa en la que trabajo decidió ofrecer a sus empleados ayuda para realizar actividades de ocio en grupo. Se planteó una encuesta totalmente abierta; podría haberse votado la participación en talleres de escritura o de pintura, formar equipos de fútbol o de hockey o cualquier otra posibilidad que se nos pueda ocurrir. En la empresa hay una amplia mayoría, prácticamente dos tercios, de mujeres.
Pues bien: la primera opción, con amplia diferencia, fue el boxeo.
Hace unos días, en una mesa redonda, Manuel Balsera, directivo de AMC, un grupo que tiene cientos de canales de televisión en todo el mundo y con una fuerte presencia en la televisión de pago en España, nos contaba cómo acaban de transformar uno de sus canales (creo que en España se llama Blaze) que hasta ahora emitía sólo películas de peleas (tipo Chuck Norris o Jean-Claude Van Dame) para emitir también combates de boxeo. Han detectado que hay una demanda creciente.
¡Cómo cambian los tiempos!
Ahora está mal visto hablar de toros mientras los altos ejecutivos disfrutan a puro mamporro cada mañana antes del trabajo o tras la jornada antes de volver a casa.
También lo hacen sus empleados. Hay quien dice que el truco está en imaginarse que enfrente tienes, precisamente, a tu jefe o a ese cliente que te hace la vida imposible.
¿Es el boxeo una nueva droga para alienarse y reducir el estrés?