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El ejemplo de Peppa Pig – David Blay

Muchos de los lectores de esta web son padres y madres. Y dudo que haya uno/a entre ellos que sea capaz de decirme que no ha visto u oído referencia alguna sobre la serie de dibujos animados Peppa Pig.

La irreverencia y deslenguamiento de la protagonista, el dinosaurio de su hermano George, el trato de un ser menor mentalmente hacia su progenitor o el huerto de sus abuelos son lugares más que comunes en todos sus capítulos. Y no, no me he vuelto loco. Hay aquí un mensaje de teletrabajo y conciliación que, lejos de estar oculto, se acrecenta en determinados episodios.

Habrán notado los más avispados que no hemos hablado de Mamá Pig (quien, dicho de sea de paso, se llama Jennifer, como acabo de descubrir para mi sorpresa en Wikipedia). Pero no es ésta la única sorpresa en torno a su figura: se le atribuyen entre 30 y 40 años y una cualidad muy clara: la competitividad.

Para empezar, existe un capítulo entero dedicado a su actividad laboral. Para quien quiera buscarlo en Youtube, es el séptimo de la primera temporada y posee el sugerente título de ‘El trabajo de Mamá Pig’. Algo que no supondría nada extraordinario de no ser por varias circunstancias más que curiosas.

https://youtu.be/yjz_NCCAi0I

El primer plano, por ejemplo, nos enseña a la protagonista en la habitación de su casa (que no en una oficina) tecleando un ordenador. Y, sin embargo, no acaba la cosa ahí, porque su marido aparece en la planta de abajo preparando la comida. Habida cuenta de que él sí suele trabajar fuera de su hogar, ya supone todo un rompimiento de roles clásicos. 

La segunda escena se inicia con la pregunta de los hijos sobre si pueden ver a su madre, a lo que su padre responde afirmativamente aunque advirtiéndoles que no deben molestarla. Segunda lección: aunque se trabaje en casa, hay que delimitar el espacio y aclarar desde el principio que se está realizando una actividad profesional.

Tercera situación: los niños piden sentarse en las rodillas, pero inmediatamente le piden si pueden jugar con la computadora, a la que ella responde que ni tienen que tocarla ni realizar juego alguno. Educación desde niños en la importancia de las tareas.

Y la última circunstancia: por supuesto, los nenes tocan el teclado y se estropea el ordenador. Sube el marido (aún quedan tópicos inevitables) y sin saber muy bien cómo lo arregla, para acabar jugando con sus niños y demostrando que se pueden tomar pausas incluso en los momentos más críticos.

Todo esto en apenas cuatro minutos, narrado con naturalidad y enfocado a millones de miniespectadores en el mundo. ¿Cómo habrá impactado eso en los niños que vean a sus padres salir a las ocho y volver a las nueve a casa? ¿Le preguntarán a su mami si puede trabajar en casa en lugar de en la oficina?

Y es que podría parecer banal, pero éste sea posiblemente uno de los mayores, más amplios y virales mensajes de conciliación que se haya enviado desde una serie infantil que se emite en todo el planeta. Lo único que me queda por saber es quién fue el (o la) guionista. Y darle las gracias.

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