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El Ratoncito Pérez viaja a Madrid – Gorka Maneiro

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Gorka Maneiro

Nacido en 1974

1 hija nacida en 2009

Diputado en el Parlamento Vasco por UPyD

@Gorka_Maneiro

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En mi caso, coincide en el tiempo mi elección como cargo público y diputado en el Parlamento Vasco por UPyD con el hecho de ser padre de una niña que nació a los pocos meses de haber sido elegido parlamentario vasco, algo a lo que dedico ingentes cantidades de horas de trabajo diarias y algo que, obviamente, ha cambiado mi vida. Desde el 1 de marzo de 2009, dedico todas las horas imaginables a esa labor de diputado y portavoz de UPyD en el Parlamento Vasco y en Euskadi: y aunque soy feliz por poder hacer lo que hago y por defender las ideas en las que creo, esta actividad me exige, al ser además único representante de UPyD en la Cámara vasca, estar presente en la mayor parte de las comisiones parlamentarias, intervenir en la práctica totalidad de los debates que se desarrollan en los plenos ordinarios y de control, estudiar las iniciativas de los distintos grupos, presentar las nuestras propias, controlar al gobierno, presentar enmiendas, realizar declaraciones, acudir y atender a los medios, participar en los debates, estar presente en tertulias y dedicarme al trabajo interno de nuestro partido, UPyD, amén de otras actividades sociales y de todo tipo. En distintas épocas del año (presupuestos o debates de leyes complejas), el trabajo se incrementa y no queda otra que llevar adecuadamente la agenda y organizarse.

Obviamente, esta exigencia laboral que cumplo gustosamente hace que mis horas familiares se vean limitadas, porque incluso el fin de semana suelo tener diversos actos o participo en tertulias o adelanto trabajo para seguir preparando nuevos temas y nuevas iniciativas.

Cuando puedo, llevo a Elsa al colegio, la recojo, la acompaño a las clases de inglés y aprovecho para ayudarla en el aprendizaje de lectura y de escritura que ha iniciado hace poco. El fin de semana me dedico a estar todas las horas con ella y con mi mujer, Oihana.

Los meses de enero, julio y agosto, al ser inhábiles, dispongo de más horas libres y aprovecho para incrementar las horas que dedico a mi familia. Sobre todo agosto, mes en el que suelo disponer de dos o tres semanas de descanso vacacional, aprovechando para despejar la mente y olvidar todo lo que puedo mi absorbente trabajo político. Esas vacaciones que aprovecho para estar a todas horas con ellas son estupendas. Y lo mismo cuando viajamos fuera en Semana Santa.

Realmente no me quejo porque tengo un trabajo del que disfruto, pero es obvio que Oihana pasa mucho más tiempo que yo con Elsa, algo que mi mujer me suele recordar, y no para echármelo en cara sino, sobre todo, para intentar que esté más tiempo en casa y con mi familia. Pero creo que me organizo bien y puedo dedicar tiempo a estar con mis padres y hermanos y, obviamente, también con mis amigos.

Cuando estoy con ellas, y esto lo hago mejor últimamente que en los inicios de este apasionante trabajo que gustosamente desarrollo, me centro en ellas, olvidando cuanto puedo mis obligaciones laborales. No siempre es fácil, porque es habitual que tenga siempre asuntos pendientes: no olvidemos que comisiones hay todos los días de la semana, que plenos ordinarios hay todos los jueves de la semana (y en ellos llevo todos los muchos y diferentes temas que se debaten, a diferencia del resto de parlamentarios, que intervienen una vez cada varias semanas) y que plenos de control (donde habitualmente defiendo varias iniciativas -el resto de parlamentarios nunca más de una-) celebramos los viernes cada 15 días, sin olvidar ponencias abiertas (ahora mismo hay más de 10 abiertas) y otros actos señalados arriba. Pero sí, trato de hacerlo: por salud física y mental y porque quiero disfrutar y disfruto de mi familia.

El trabajo parlamentario me permite organizarme… pero, como digo, no hay tregua. No es una queja: lo que hago lo hago gustosamente y la mayoría están peor, no sólo los que no disponen de trabajo sino otros muchos ciudadanos que trabajan más horas y que cobran mucho menos.

No hay dos días idénticos, pero puede citar que no es excesivamente extraño que un día salga de casa a las 7 y media de la mañana y vuelva 13 horas más tarde. Vivo en San Sebastián y el Parlamento Vasco está a una hora de viaje en coche y, aunque no todas las semanas voy todos los días, muchas sí. Por no hablar de mis viajes muy habituales a Madrid o a otras partes de España. Cuando me quedo en San Sebastián porque no hay comisiones o porque el contenido de esas comisiones no exige mi presencia física, trabajo en casa: en esas ocasiones aprovecho para almorzar en mi domicilio, algo bastante poco habitual, por otra parte.

El trabajo de mi mujer le permite trabajar desde casa y organizarse estupendamente; además, mis padres y los suyos están habitualmente con nosotros y con Elsa.

En mi infancia, únicamente trabajaba mi padre y era mi madre la que realizaba todas las tareas domésticas. Mi padre nos acompañaba a mis hermanos y a mí en nuestras actividades deportivas, sumándose mi madre cuando podía. En todo caso, mi madre nunca dijo que no trabajaba o trabaja porque el trabajo doméstico y el cuidado de sus hijos es también trabajo, y trabajo también indispensable y muy gratificante.

Creo poder decir que no he perdido ninguno de los mejores momentos de mi hija aunque también debo decir que, últimamente, cada vez que viajo a Madrid, a mi hija se le cae un diente. Por lo demás, el embarazo de mi mujer, el parto o la lactancia han contado con mi participación entusiasta. Ya digo que, como consecuencia del trabajo que realizo, trabajo multitud de horas, pero también me permite poder estar en determinados momentos familiares muy importantes.

Elsa es una niña encantadora, muy feliz, extraordinariamente sociable y muy divertida. No le falta de nada y lo que menos le falta es lo más importante: nuestro cariño. Siempre tiene nuestra atención y, obviamente, así seguirá siendo en el futuro. Mi familia tiene unas características propias y también mi trabajo: se trata de adecuarse a las circunstancias y no olvidar que, por encima de todo, están las personas, los familiares cercanos y los amigos. Algún acontecimiento dramático muy reciente hace que no lo olvide ni un solo minuto de mi vida.


Este testimonio es parte del proyecto #políticoconcilia. Si eres político o conoces a alguien que lo sea y quiera participar, invítale a hacerlo.

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