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Pau Almuní
Nacido en 1978
1 hijo – Diciembre 2013
Emprendedor – CEO en Canguroencasa y en Unweko
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Como introducción, diré que deberías conciliar siempre. Seas padre o madre. Tengas hijos o no. Estudies o trabajes. Seas joven de mente o de espíritu. Yo no lo vi hasta que fui padre. Ahora os cuento.
Empecé 2013 con un diagnóstico: “Usted tiene anticuerpos de Hepatitis C. Tendrá que someterse a un tratamiento que afecta al ADN, que le puede tener hasta 12 meses en la cama. Si quieren tener hijos, o se pone antes o se espera un año desde que acabe el tratamiento.”
Abril 2013, en siete días, todo cambió. Me confirmaron que yo sólo había eliminado el virus al contraerlo de niño. Y mi mujer me alegró con esas dos benditas rayitas. En Junio nos casamos.
Cerré 2013 con el nacimiento de Pol y su estancia demasiada prolongada en el hospital (maldita bilirrubina), después de un embarazo con algún sobresalto. Casi pasamos las navidades en el hospital.
Ese es mi resumen del 2013. Yo por aquel entonces trabajaba en la oficina central de una multinacional que se proponía ser “Best Place to Work”. Su resumen de mi 2013 fue “te cogiste demasiadas vacaciones en verano, no estuviste aquí para el cierre del año y tu rendimiento bajó pasado el verano”. Resultado: fui el único de mi posición al que le “revisaron” a la baja el bonus ese año.
Ya es 2014. Yo salgo puntual de mi trabajo (horario flexible…) y mi mujer utiliza toda la baja de maternidad. Cuando mi mujer se incorpora al trabajo, decidimos compartir Madre de Día con otro bebé de edad parecida. Al comentar en mi trabajo que iba a utilizar las “horas de libre disposición” de las que gozábamos por convenio para estar con mi hijo los lunes por la tarde, me dijeron “si esa va a ser tu dinámica de ahora en adelante, vamos por mal camino”.
Al protestar formalmente por todos estos hechos, me despidieron. Por suerte.
Por suerte, porque al no tener Pol aún 9 meses, y al haber pedido mis días de permiso de paternidad, ese despido era nulo. No es que yo quisiera volver a trabajar ahí (yo no voy dónde no me quieren), pero permitió que nos pusiéramos de acuerdo rápidamente en el acto de conciliación (se ve que de esta conciliación sí que entendían).
Mi mujer, al reincorporarse, se encontró a la hija del jefe en su sitio, haciendo su trabajo y sin ganas de compartirlo. Así que pactó su salida de la empresa. Nos encontramos los dos sin trabajo, con Pol y con muchas ganas de hacer cosas.
¿Qué cómo nos va ahora?
No nos podría ir mejor. Con mi mujer y otros dos socios (con los que compartíamos la Madre de día) creamos Poblenens, un centro de actividades para niños y escuelita respetuosa, al que va Pol por las mañanas. Lo tenemos a 4 minutos de casa. Además, entré como socio y CEO en una empresa enfocada a familias para reenfocar su estrategia y lanzar nuevos modelos de negocio. Hemos cofundado una red social 1.0 para que las personas se encuentren físicamente en sitios para hablar de cosas. He conocido a mucha gente interesante que me ha inspirado; conocí a Javier de Domingo y estamos impulsando #siloshombreshablasen, grupos de crianza para sacar a los hombres padres del armario en toda España. Todo esto, a 3 minutos de casa y a 2 minutos de Poblenens.
Porque nuestra manera de conciliar ha sido emprender. Ser dueños de nuestro tiempo. Porque no hay mayor motivación para dedicarte a tu trabajo que hacerlo en algo que te apasiona. Porque tenerlos a dos minutos es impagable. Y la mejor ayuda que hemos tenido ha sido la familia. Los abuelos, tíos y amigos. Siempre están ahí cuando hace falta.
Casi todas las mañanas nos despertamos en la misma cama los 3. Desayunamos, les acompaño al cole-trabajo y me voy al mío. Pero algunas mañanas tengo que salir de casa tan temprano que Pol aún duerme. Muchas mañanas paro diez minutos para ir a jugar con mi hijo. Las tardes que mi pareja se queda en el centro, yo salgo temprano y voy con Pol a piscina o al parque. Otras tardes, trabajo yo hasta la tarde y es ella quien se lo lleva. Algunas (las mejores), salimos los tres temprano y disfrutamos enormemente estando juntos. Me puedo quedar un miércoles en casa con él si no se encuentra bien y luego un sábado por la noche haciendo un plan de negocio para el banco.
Eso ha sido para mí conciliar. Encontrar el equilibrio entre mis aspiraciones laborales y de realización profesional (no, no es delito tenerlas, ni para los hombres, ni para las mujeres, ni para nadie) y mis ganas locas de estar con los míos. Entender que la vida que estaba llevando no era la que yo quería. Porque no quería ser como mis jefes, que preferían trabajar a estar en casa. Quería poder disfrutar de esta etapa, en la que Pol aún se fascina por todo lo que descubre y que cada día aprende algo nuevo. Quería poderlo tener a dos minutos y que nadie ni nada me impidiera ir a verlo.
No sé cuánto tiempo durará; emprender no es fácil, no es sólo cuestión de que la idea sea buena, el mercado te acepte y la implementes correctamente. Depende de que sea el momento, que testees todo lo testeable y que te rodees de gente mejor que tu.
Vendrán épocas en las que no podré escaparme estos diez minutos, ni tenerlos tan cerca. Pero conciliar también será eso. Será adaptarse a lo que venga y salir de ello. Será encontrar el equilibrio. “La vida es bonica pero, a veces, complicada” que dice la canción. Pero sé que lo haremos bien.
Porque ya lo hemos hecho, y lo hemos hecho bien. Porque quizás antes de que llegara Pol ya conciliábamos. No conciliábamos con la paternidad, pero si con la vida sentimental. Porque aunque nos gustase nuestro trabajo, buscábamos estar todo el tiempo que podíamos juntos. Porque cuando uno estaba bajo, el otro estaba ahí. Porque cuando yo pasé una mala época, ella me ayudó a superarla.
No es fácil conciliar. No hay trucos, ni recetas mágicas, ni soluciones universales. Pero merece la pena. “Pero ella me quiere, no se porqué. Ella me quiere, y a la mierda todo lo demás”.
Por todo esto, sé que venga lo que venga lo sacaremos adelante. Que cuando llegue Valeria (o Andrea, o Max o como se llame), haremos lo que sea para estar los 4 juntos y ser felices. Que ella hará lo imposible para que los otros estemos bien, y yo intentaré hacer lo mismo. Que los nuestros nos apoyarán en todo lo que puedan y esté en sus manos. Y que hay muchas maneras de conciliar; cada uno y cada momento tiene la suya. Espero sinceramente que vosotros encontréis la vuestra.
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