Erick Pescador Albiach
Sociólogo y Sexólogo
2 hij@s (2000 y 2013
Luces y sombras
Mi trabajo consiste en contarle a los hombres cómo pueden construir igualdad cada día, cómo pueden cuidar y no solo ser cuidados, como corresponsabilizarse de las tareas, de la gestión de las tareas y de las tareas desde el cuidado… al tiempo que no paro de explicármelo a mi mismo.
Comencé a dar cursos sobre paternidades presentes y corresponsables tres años antes de tener hijos. Tras las dos experiencias (completamente diferentes) sigo pensando y contando cosas muy parecidas aunque por supuesto desde un lugar diferente, por ejemplo: Al principio hablaba de la responsabilidad ética de los hombres en compartir las tareas, ahora cuento sobre mi sensación de vergüenza cuando siento que no estoy cumpliendo con el equilibrio en los cuidados y por tanto sobre cargando a mi pareja.
Siempre me gustaron los bebés, siempre quise ser padre, sin embargo es en los últimos años cuando me he hecho plenamente consciente de todo lo que implica tener hij@s, una cosa es el deseo y otra la realidad de la práctica de los cuidados, el desespero y el miedo de no saber hacerlo bien, el bajar de tu ego para darte cuenta de que las necesidades de otra personita son las primeras y que toda tu vida va a cambiar, en tiempos y en prioridades… o también puedes elegir perdértelo. Nada que ver con lo soñado o deseado, la paternidad son luces y sombras pero, echando la vista atrás, no me perdería ni un solo segundo de los vividos con ellos, incluidos los momentos más difíciles.
Mi hija en plena adolescencia me recuerda cada uno de todos mis errores y por eso es mi maestra. Nunca he sido tanto su padre como ahora, porque ella lo ha elegido y porque soy más consciente cada año. Mi hijo es el segundo y, por tanto, las sensaciones ya no son las mismas pero por eso mismo me doy cuenta de que no quiero perderme ni un segundo de su vida y de sus descubrimientos.
Con Otto, planeé con mucho tiempo cambiar mis tiempos y mi forma de vida para estar más presente todavía de lo que estuve con Abril. Dejé de viajar tanto por temas de trabajo y ajusté cursos y conferencias a lugares más cercanos e incluso hacer formación en mi propia casa. Durante sus primeros meses de vida establecimos rituales y tiempos diarios no solo de cuidado o de gestión sino también de juegos, paseos, etc. No quería ser ese padre que llega al final del día y puede ver a sus hij@s justo antes de que se metan en la cama, ni ese que hace el baño cada día pero se olvida de sentarse a jugar, preparar su comida o recordar no solo cambiar el pañal sino además que hay que ir a comprarlos cuando no quedan.
Con la mayor estuve presente para las tareas pero menos con lo que hay detrás de las tareas: sabía llevarla al consultorio cuando estaba malita pero era su madre la que tenía toda la gestión y los cuidados de qué medicación, síntomas, tratamientos y decisiones que yo sencillamente acataba. La segunda experiencia con el pequeño me permitió desde el principio tomar toda mi responsabilidad sobre cada aspecto de lo cotidiano, por ejemplo: para los cuidados, las caricias, los masajes de antes de dormir, los cuentos, el biberón, lavar los dientes, hacer pis, cogerle la manita antes de que cierre los ojos… cosas que son pequeñas pero básicas; antes sólo era el del beso de buenas noches.
En conclusión, cada año más tiempo y de mayor calidad con Abril y con Otto y con Ana, mi pareja que aunque no es madre de ninguno de los dos, podría terminar conciliando su tiempo por ellos antes que yo por el hecho de ser mujer (si no estuviera atento). Así cada vez robo más tiempo al trabajo y al sueño para poder Estar de verdad.