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Pedir la reducción de jornada siendo hombre: un salto al vacío

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Directivo 

37 años 

2 hijas (1 y 3 años) 

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Un salto al vacío

Ayer, ayer empezó probablemente un giro en mi vida.  

Ayer comuniqué a mi empresa mi decisión de acogerme a la reducción de jornada. Una de las primeras cosas que escuché fue que la empresa tenía depositada mucha confianza en mí y que esto sabría que acarrearía que saliese de esta “lista de talentos”. Sabía que sería así, y yo mismo hubiese pensado así de estar al otro lado de la mesa, al menos hasta hace algún tiempo.  

Mi pareja y yo tenemos dos preciosas niñas, las tres son lo mejor de mi vida. Estudié en primer lugar la extinta Diplomatura en Ciencias Empresariales y posteriormente la Licenciatura en Investigación y Técnicas de Mercado en la universidad de Córdoba, lugar donde residen mis padres y hermana. Comencé a trabajar durante mis años de universidad simultaneándolo con mis estudios disfrutando mucho de ambas situaciones. En el trabajo valoraban mucho mi aportación y nuevas ideas con las que llegaba, y en la universidad los contenidos, especialmente de la Licenciatura, me gustaban tanto que mi percepción era que lo hacía sin esfuerzo, aunque sí que con mucha dedicación. Trabajaba de 9 a 14 de lunes a sábado, y de 16 a 21 tenía las clases. El fin de semana lo dejaba para poner en orden los apuntes y hacer deporte principalmente. En el último año de carrera la multinacional de productos de consumo Procter & Gamble inició un proceso de selección en nuestra universidad. Era el sueño de cada alumno de la facultad, y me presenté a las pruebas de selección. Recuerdo el día que publicaron en el tablón el nombre de las 3 personas que habían pasado las distintas pruebas, y fueron mis compañeros los que me dijeron que mi nombre estaba en la lista. En aquel momento me sentí muy afortunado, era como el chaval que lleva toda la vida jugando a fútbol en su equipo de barrio y de repente un día tiene la oportunidad de hacer las pruebas con un equipo de primera división, y no solo eso, le dicen que pasará a jugar con Cristiano Ronaldo o Messi en uno de los mejores equipos del mundo. Era la primera vez que salía fuera de casa.  

Desgraciadamente, tras el fallecimiento de mi abuelo, y sobre todo, una enfermedad de mi padre me sentí más que en la obligación, con la necesidad, de volver a Córdoba. Antes de salir de Procter & Gamble (siempre me quedará la nostalgia de no haber podido desarrollar allí mi carrera) ya había encontrado trabajo en Córdoba, en la oficina de empresas del Corte Inglés, sabía que era algo temporal, y a pesar de ello estuve allí unos buenos meses.  

Al poco tiempo comencé a trabajar en la que hoy es mi empresa (obviaré algunos procesos de fusión y cambios en denominaciones sociales para no aburrir). Tras dos años donde aprendí mucho teniendo la oportunidad de trabajar con gente de distintos países, me di cuenta de que, si quería avanzar más en el mundo de la empresa, o en lo que en mi cabeza era el mundo de la empresa, tenía que mejorar mi inglés, por lo que junto con mi pareja nos fuimos a vivir a Inglaterra, concretamente a un pueblo a unos 50 km de Londres. A pesar de los temerosos vaticinios de mi familia, que pensaba que me había vuelto loco por dejar un trabajo así e irme a la “aventura”, la vida me lo puso muy fácil. A petición de mi empresa, tuve la oportunidad de teletrabajar desde mi ubicación en Inglaterra. No era del todo sencillo allá por 2006 tener una conexión de internet, especialmente cuando todavía no tenías cuenta del banco abierta, un número de afiliación a la Seguridad Social de allí, ni una dirección permanente, pero de alguna u otra forma conseguí que esas dificultades, o retos, pasasen desapercibidos para mi empresa.

Un día mi pareja, hojeando el periódico vio que venía una oferta de trabajo para mí en una empresa para la región de España. Escribí, al día siguiente me llamaron de una agencia de trabajo, quedamos al siguiente para hacer la entrevista en la agencia donde me dijeron que la empresa era otra multinacional similar a Procter&Gamble y era SCJohnson. Al día siguiente tuve la entrevista en la empresa, con gente que hablaba en castellano Tras dos años en UK recibí una oferta de otra multinacional, Cargill, para volver a España, concretamente a Barcelona; tras varios meses allí, recibí otra oferta para volver a mi empresa de la actualidad como directivo. Durante estos años he disfrutado trabajando, afrontando los retos que se nos han ido planteando de la mejor manera que hemos sabido, con un equipo unido y responsable y en un clima de trabajo a mi juicio óptimo. Los resultados y nuestros incrementos de facturación son solamente el resultado de la atmósfera de la que hemos disfrutado. Un nuevo manager se incorporó y la situación ha cambiado. 

Regresemos a mi faceta personal, en 2013 nació mi “niña grande”, como le gusta que le llame. A Los 9 meses, justo un día antes del día del padre, tuvo un episodio de síncopes que hicieron despertar en mí un sentimiento distinto de responsabilidad. Afortunadamente y tras un tratamiento no se han vuelto a repetir. Hasta ese momento el trabajo y la responsabilidad que ello conlleva, con su parte de gestión de personas, el mejorar como empresa en el mercado, la obtención de resultados, superación de retos había sido en mí siempre una de mis principales satisfacciones como persona, pero el episodio de mi hija hizo click en mi interior.

A finales de 2014 nació nuestra segunda hija, que está a punto de cumplir dos años. A pesar de que trato de estar con ellas el mayor tiempo posible, por reuniones y viajes con clientes me he perdido el primer cumpleaños de cada una, y he de decir que desde mi empresa me han dado siempre muchas facilidades para gestionar el horario con libertad.  

En estos últimos dos años y a raíz de la formación que está recibiendo mi pareja sobre educaciones alternativas, Montessori, Reggio Emilia, Waldorf, etc, he tenido la oportunidad de estar más en contacto con ellas. Muchas de las prácticas que ella necesita para completar sus estudios son con niños y nosotros ya las teníamos en casa por lo que todo resulta más fácil y divertido, a veces estresante, pero siempre bonito.

Pedir la reducción de jornada siendo hombre

Todas estas cosas que a raíz de los estudios de mi pareja he ido aprendiendo, viendo y sintiendo, casi sin querer, unido al deterioro de esa sensación tan buena que tenía en mi trabajo, me han hecho tomar la decisión de solicitar a mi empresa la jornada reducida. Sé que no es lo habitual, que mucha gente no lo entenderá y que existe la posibilidad de que haya costes que profesionalmente tenga que asumir, pero estoy convencido de ello. Con esta reducción tendré la oportunidad de estar más tiempo con mis hijas al tiempo que liberar un poco a mi pareja permitiéndole desarrollar su proyecto con más intensidad. Las últimas semanas hasta llegar hasta el día de ayer que tomé la decisión y la comuniqué no fueron fáciles, de hecho, ayer fue un día muy difícil para mí, para mí supone un salto al vacío. Hoy es el principio de una nueva etapa en mi vida, etapa en la que mi carrera, tantas veces perseguida en el pasado, pase a un segundo lugar. Me siento en la necesidad de estar más con mi familia, descubriendo nuevas cosas que me llenen junto a ellas, todo sin dejar de lado mi responsabilidad como profesional, aunque sea con responsabilidades diferentes. 

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