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Una mañana de impro con mi hijo

El otro día Carlos tenía que trabajar en remoto y no fuimos a la playa. Para evitar que por este motivo tuviera cargo de conciencia, me propuse que nuestro hijo tuviera una mañana inolvidable.

Él sugiere: “Jugamos a Carrefour”.

Coge un carrito y nos desplazamos por toda la casa buscando los diferentes productos imaginarios.

Él es siempre el que propone. Yo me limito a seguirle el juego.

Él: Tenemos que comprar verduras.
Yo: ¿Qué verduras necesitamos?
Él: Mmmmmm… berenjenas.
Yo: Mira, aquí están. ¿Cojo tres?
Él: O cuatro.
Yo: Vale. Voy a pesarlas. ¡Kilo y medio de berenjenas! No está mal… ¿Qué más necesitamos?
Él: Judías verdes.
Yo: Vale, cojo esta bolsa. ¿Qué más necesitamos?
Él: Frutos secos.
Yo: Vale. ¿Cuáles?
Él: Cacahuetes, nueces, almendras, pistachos…
Yo: ¿Y anacardos?
Él: ¿AnaCARLOS?
Yo: Anacardos. A papá le encantan.
Él: Vale. Compramos AnaCAR-DOS. Ahora vamos a pagar. Yo soy el “vendero”.
Yo: ¿Tú eres el tendero? Vale. Voy a dejar los productos en la cinta mecánica.
Él: pi, pi, pi, pi, pi, pi… Son tres céntimos.
Yo: ¡Qué barato!
Él: Ahora jugamos a los bancos. Yo soy el banco, con mi ordenador, mi teclado y mi ratón y tú vienes.
Yo: Vale. Hola. Quería hacerme una tarjeta de crédito.
Él: Aquí tiene.
Yo: Me tiene que dar el número pin.
Él: ¿El número pin?
Yo: Sí, para poder sacar dinero desde el cajero.
Él: Ah, aquí tiene su número pin.
Yo: Gracias. 4455. No funciona.
Él: ¿No funciona? Piiii. Ya está.
Yo: Ah, ahora sí. Muchas gracias. Adiós.
Él: Ahora jugamos a los médicos. Me duele la tripa.
Yo: Voy a ponerme el fonendoscopio. Uy, le suenan mucho las tripas. ¿Tiene diarrea?
Él: Sí. Y he “gomitado».
Yo: Vale. Tiene que tomar dieta blanda. Para desayunar yogur.
Él: El yogur me sienta mal.
Yo: Entonces solo suero. Para comer, arroz con pollo. Y para cenar, merluza hervida.
Él: Gracias. Ya estoy mucho mejor. Ahora yo soy el médico. Te voy a poner el termómetro. Treinta y siete dos. Y ahora la tensión. Treinta y siete dos. Te voy a dar un poquito de Apiretal o Dalsy
A la sesión de improvisación le siguió un rato de piscinita en la terraza. Sin darnos cuenta, llegó la hora de comer.
Nuestro hijo tiene 33 meses. En noviembre cumplirá 3 años. Creo que tiene un amplio vocabulario para su edad. Su curiosidad, inquietud y costumbre de repetir las cosas juegan un papel muy importante en su aprendizaje, pero creo que estos juegos también.

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