La llegada de un bebé a la familia es un acontecimiento único e irrepetible que cambiará nuestra vida de una manera maravillosa, pero no siempre disponemos de todo el apoyo e información necesarios para afrontar con éxito y confianza su crianza. Pasadas 16 semanas, la madre se tiene que incorporar al mundo laboral y entonces llega la gran duda, ¿qué hacemos con el bebé? ¿cómo estará mejor atendido?
Hay múltiples opciones, desde los socorridos abuelos, que no siempre pueden hacerse cargo de sus nietos (no solo por cuestiones de salud, o de edad, sino porque es algo que no les corresponde y que no tienen por qué hacerlo, dado que la educación del niño o de la niña es responsabilidad de los padres y esto es algo que no se puede delegar); a las escuelas infantiles, pasando también por las cuidadoras.
Cada padre, cada madre, tiene que buscar la opción que mejor se adapte a sus necesidades. No podemos decir que una es mejor que otra, porque dependerá de lo que cada bebé y de lo que cada familia necesite. Pero es importante saber que lo que nunca se podrá sustituir es el amor, las caricias, los besos y los mimos de unos padres.
Para que los niños crezcan sanos, felices y con un buen ajuste emocional necesitan no solo que atendamos sus necesidades fisiológicas básicas, darles de comer, cambiarles el pañal, meterles en la cuna para que duerman… sino que será fundamental atender sus necesidades emocionales y cubrir de forma óptima este área. Hay que decirles que les queremos, no escatimar en mimos, abrazos, caricias… y esto es algo que dependerá en gran medida de los padres. Las necesidades emocionales nunca se podrán delegar en terceras personas. Se puede pedir ayuda, y los niños pueden tener unos grandes aliados en los abuelos, y llevarse muy bien con su cuidadora, pero es importante que fomentemos un vínculo de seguridad con los padres.
Para crear ese vínculo es necesario que los padres estén presentes. Aunque ambos trabajen fuera de casa, y el niño esté con terceras personas, es importante que los padres participen del cuidado del niño y, a ser posible, hay dos momentos fundamentales que no conviene perderse:
- El momento del baño del niño y sobre todo del contacto masaje posterior donde estimulamos el contacto piel con piel y que tantos beneficios trae tanto al bebé como a los padres,
- El momento de acostar al niño.
Este último adquirirá gran importancia a medida que nuestro hijo vaya creciendo, dado que suele ser un momento en el que los niños se relajan, y es más fácil que puedan compartir y contar sus cosas, sus miedos, sus preocupaciones…
Además es importante tener en cuenta, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cerebro de un bebé crea hasta 1,8 millones de nuevas conexiones sinápticas por segundo, y las propias experiencias del bebé son las que determinarán qué sinapsis se conservarán. En los primeros 3 años de vida se produce el 85% del desarrollo neuronal que favorece la comunicación, la comprensión, el desarrollo social y el bienestar emocional. Por esto será fundamental estimular en los primeros años de vida al bebé, ya que lo que el bebé siente, ve, oye y huele, contribuirá a su desarrollo cerebral. Para un crecimiento y desarrollo feliz y saludable, los bebés necesitan atención, sensibilidad y estimulación.
Los bebés son muy permeables a esta estimulación y en algunas ocasiones nos encontramos casos de niños que empezaron a hablar antes el idioma de la cuidadora que el de los padres. Este hecho en sí no es en absoluto nocivo para el niño, pero puede ser un indicador de si estamos pasando suficiente tiempo con nuestro hijo.
Si por desgracia, por tus condiciones laborales o de vida no puedes aumentar el tiempo que pasas con el niño, piensa que lo que siempre podrás controlar es la calidad del mismo. Cuando estés con el bebé, no de dejes de estimularle y de trabajar el vínculo con él.
Silvia Álava Sordo
Colegiado M-16238
Directora del Área Infantil Centro de Psicología Álava Reyes
Autora de los libros: «Queremos hijos felices» y «Queremos que crezcan felices«