Es interesante como funcionan cosas como el cargo de conciencia o el sentimiento de culpa. Después de todo un año esperando las vacaciones muchos de nosotros desconectamos, otros muchos no pueden desconectar ni un solo segundo y la mayoría ni lo uno ni lo otro.
Recuerdo unas de mis últimas vacaciones cuando estaba empleado por cuenta ajena en la que a falta de irme solo una semana de vacaciones me fui dos a condición de estar conectado una de las semanas mientras hacíamos una de las migraciones web más grandes a la que me he enfrentado. En mi trabajo no se puede permitir ningún error ya que el más mínimo puede hacer que se pierda tráfico web y con ello ventas.
Recuerdo las mañanas en las que tenía que trabajar mientras intentaba que mi familia, mi mujer y mi hijo de casi un año de edad, disfrutaran un poco de la playa mientras yo me hacinaba en la habitación del hotel con una conexión wifi que dejaba que desear.
Al terminar casi les pedía perdón por haber tenido que trabajar y dejarlos solos, ya que la mayoría de esos días eran días perdidos en los que terminábamos o comiendo tarde o en el hotel sin poder hacer mucho más.
Conexión 24 horas
Aunque muchos cargos de responsabilidad en empresa prefieran estar conectados, en muchos de los casos es la necesidad de estar tranquilos con todo bajo control o el temor a los superiores los que hace que estén chequeando continuamente el móvil a la espera de un nuevo mail, mensaje o llamada. Pero también quiere decir que no pueden delegar y por lo tanto que no tienen manera alguna de desconectar.
En muchos de los casos el no poder desconectar por mucho que guste un trabajo puede llevar al agotamiento aunque solo sea mental, y esto puede desembocar en malas decisiones y sobre todo en una bajada de productividad. Es decir, las características que tuvo una persona por las que fue ascendido muchas veces se esfuman por el peso de la responsabilidad.
Desconectar para ser más productivo
Por mucho que nos cueste, si estamos descansados e incluso desconectamos totalmente lo más posible es que empecemos a relacionar cosas o veamos más claro muchos de los asuntos que nos rondaban por la cabeza antes de irnos de vacaciones.
En parte, el poder ser más productivo lo facilita el poder estar concentrado y tener la cabeza donde ha de estar, es decir, estar cómodo con la situación y atender a nuestras necesidades personales y familiares del mismo modo que a las empresariales. Ya lo contábamos en el post «Ser padre y directivo«.
Tenemos una ocasión fantástica para eliminar ese cargo de conciencia que tenemos por no llegar a todo, por llegar tarde o sin muchas ganas a pasar tiempo «de calidad» con nuestra familia y amigos. Con nosotros mismos por no respetar nuestros tiempos ni necesidades y ¿por qué no? reflexionar qué queremos hacer este nuevo «curso», llegar con energías renovadas y continuar con el respeto de ese tiempo que necesitamos para ser persona, para avanzar en nuestra carrera y en nuestra vida y para alcanzar una verdadera conciliación familiar y laboral.
Fuente:
Papiconcilia Directivos