Hace aproximadamente tres meses, Carlos me comentó que había leído un post en el que un emprendedor comentaba cómo había cambiado su vida madrugar, a partir de leer el libro “The miracle morning”, de Hal Elrod. Tras leerlo, había empezado a levantarse a las 5:00. A primera hora y con la mente fresca abordaba la labor más importante del día. Con la tranquilidad de haberla terminado y la inyección de ánimo que esto suponía, abordaba la siguiente tarea. Cuando el resto de los mortales comenzaban su jornada, él sentía una gran satisfacción pensando todo lo que ya había hecho.
Escuché con atención la anécdota y con tono disuasorio contesté: “¿A las 5:00? ¡Pero si a esa no han puesto ni las calles!”.
Emprender con hijos
No hacía mucho tiempo que Carlos había dejado de trabajar por cuenta ajena para sumarse a este proyecto. El cambio en su vida laboral supuso que tuviéramos que despedir a la niñera que, además de hacerse cargo del peque ocho horas al día, también nos ayudaba con las tareas de la casa. Mientras la tuvimos, yo trabajaba de 9:00 a 12:00 y de 15:00 a 17:30 y si quedaba algo pendiente lo abordaba cuando el peque se iba a dormir. El resto del día, disfrutaba del peque.
Cuando Carlos se sumó al proyecto, empezamos a buscar la mejor forma de organizarnos. Probamos varios sistemas. Todos resultaban más o menos frustrantes. Muchas veces la jornada laboral empezaba a las 22:00, cuando el peque se iba a dormir. Yo me había pasado todo el día agobiada, pensando todo lo que teníamos que hacer y sin ver el momento de sentarnos delante del ordenador. Cuando por fin lo conseguíamos, estábamos ya agotados, pero terminábamos liándonos (siempre hay algo que hacer) y muchas veces nos daban las 4:00 am. Acostarse justo después de haber trabajado hacía que me costara dormirme y soñara con el trabajo. Además, me acostaba cabreada, pensando que al día siguiente el peque no perdonaría. Como tardísimo se despertaría a las 9:00 y eso no eran ni seis horas de dormir. Si un día nos daban las 4:00, el día siguiente era un día laboralmente perdido y nuestra paciencia con el peque se veía muy mermada.
Sumida en el caos y la desesperación le propuse a Carlos empezar a madrugar y probar lo de levantarnos a las 5:00.
Nuestra experiencia: madrugar para trabajar feliz
El primer día que pusimos el despertador a las 5:00 no fuimos capaces de levantarnos. El segundo, solo se levantó Carlos. Cuando me levanté yo, le encontré super feliz. Había hecho un montón de cosas que tenía pendientes. Me cedía el resto del tiempo productivo para que yo pudiera trabajar. A las 9:00 se fue al parque con el peque. A mí me cundió poco pensando lo que me estaba perdiendo.
Al día siguiente la satisfacción experimentada por Carlos me dio fuerzas para levantarme a las 5:00. Con la mente fresca terminé la presentación de El Chupete, que tenía pendiente desde hacía días. Luego, escribí un post del tirón, cosa que hacía tiempo que no conseguía. Contesté en tiempo récord varios correos importantes que me esperaban en la bandeja de entrada… y cuando el peque se despertó, apagué el ordenador y me desentendí hasta la hora de su siesta.
Hacíamos la casa, trabajábamos y disfrutábamos del peque los dos juntos. Me sentía feliz.
Desde entonces me han entrevistado en varios medios y siempre menciono el tema de madrugar:
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¿Qué consejo le darías a unos padres emprendedores? Que madruguen y le ganen horas a su hijo.
¿Cuál es tu secreto para conciliar? Madrugar.
¿Cuál es tu herramienta imprescindible? El despertador.
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Principales ventajas de madrugar para emprender
- Abordas la principal tarea del día con la mente fresca.
- Evitas interrupciones y habituales ladrones del tiempo: ni mail, ni teléfono, ni redes sociales, ni visitas del peque.
- Disfrutas del silencio.
- En verano, aprovechas las horas más frescas del día.
- Te sientes más productivo, satisfecho y en consecuencia feliz.
Consejos para madrugar y trabajar en casa
- Acuéstate pronto. Nosotros cenamos a la vez que nuestro hijo, sobre las 20:30-21:00 y nos acostamos a la vez que él, sobre las 22:00. Al principio puede hacerse un poco extraño, y más en verano que te acuestas de día, pero en cuanto el cuerpo se acostumbra lo complicado es acostarse más tarde.
- Calcula tener por delante al menos seis horas y media en la cama. Es el tiempo mínimo que en mi caso necesito para sentirme descansada y centrada (si consigues dormir más, hasta ocho horas, mejor).
- Acuéstate teniendo claros los objetivos y prioridades, cuál será la primera tarea a abordar al día siguiente.
- Apaga rápido el despertador y levántate silenciosamente. Piensa que si tu hijo se despierta todo el plan se irá al garete.
- Deja la casa en la más absoluta penumbra y evita hacer ruido.
- Toma algo para engañar al estómago hasta el desayuno en familia: una pieza de fruta o un vaso de zumo, leche u horchata suelen ser mi elección.
- Los expertos recomiendan instaurar el hábito de madrugar de forma progresiva, levantándote cada día un cuarto de hora antes. Si no, corres el riesgo de abandonar el propósito. En nuestro caso lo hicimos de golpe. Los primeros días fueron duros porque al acostarnos temprano no conseguíamos dormirnos pero ver los rápidos resultados de madrugar traducidos en productividad y satisfacción personal hicieron que siguiéramos adelante con nuestro propósito.
Ya llevamos tres meses madrugando, incluido el mes de vacaciones, en el que hemos seguido trabajando sin privarnos de nada. Madrugar para trabajar en nuestro proyecto es uno de los principales cambios en nuestros hábitos de vida que hemos llevado a cabo y que mejores resultados ha dado.