Hace 2 años nadie hablaba de conciliación. Dimos voz a los ciudadanos y conseguimos que la necesidad de conciliar se colara en la agenda mediática. Ahora no hay día en que la conciliación no sea noticia. Y así hemos conseguido que todos los partidos incluyan medidas en sus programas políticos. Sin embargo no estamos seguros de que no sea un simple reclamo electoral, no estamos seguros de que de verdad sean conscientes de la importancia de la conciliación para hacer de España un país sostenible. Por eso hemos decidido hacer una lista con 10 razones por las que la conciliación debería ser un asunto de Estado.
10 razones por las que la conciliación debería ser un asunto de Estado
- La pirámide demográfica está invertida. El Estado de Bienestar y el sistema de pensiones están en peligro.
- Las dificultades para conciliar retrasan la edad de maternidad y provocan que se reduzca el número medio de hijos por progenitor.
- Las dificultades para conciliar también hacen que descienda el número de matrimonios y aumente el número de divorcios. Cada vez hay más familias desestructuradas y la inestabilidad tampoco fomenta la natalidad.
- Los que tenemos la fortuna de tener hijos rara vez tenemos la suerte de poderlos educar y nos vemos obligados a externalizar la crianza de los hijos.
- La crianza y educación de los ciudadanos del futuro recae en escuelas infantiles donde por razones evidentes el vínculo de apego no puede ser tan estrecho como cuando existe un cuidador en exclusiva para cada niño; en canguros en muchos casos de otros países con idioma, cultura y valores diferentes con todo lo que ello puede suponer más allá de la ventaja de educarles en la diversidad y el bilingüismo desde pequeños; o los abuelos, de los que nos separan varias generaciones y pueden educar a los niños con valores que estamos intentando cambiar.
- Todos, niños y mayores, pasamos más horas dedicadas al estudio o el trabajo que a nosotros mismos. Los niños pasan más horas en el colegio que en casa o que sus padres en el trabajo. Muchos desayunan y comen fuera de casa, tienen exceso de extraescolares curriculares o de refuerzo en vez de deporte u ocio, tienen demasiados deberes, poco tiempo para hacerlos y menos para disfrutar de la familia.
- La tasa de fracaso y abandono escolar es elevada y crece.
- Invertimos más en salud que en prevenir enfermedades que provocan por ejemplo el estrés laboral o el sedentarismo. La tasa de sobrepeso y obesidad infantil crecen.
- Tenemos que acabar con las desigualdades entre hombres y mujeres, tanto en el reparto de tareas domésticas y cuidados como en la posibilidad de acceder a cargos de responsabilidad y cobrar lo mismo por un mismo trabajo.
- Necesitamos atender a quien lo necesite: niños, mayores, discapacitados, necesitados…
Y seguro que hay muchas razones más, pero estas me parece que tienen peso suficiente como para tomarse en serio la importancia de hacer posible la conciliación entre la vida laboral, personal y familiar.