Las redes sociales y el acoso
Nosotros, como adultos, sabemos que internet es muy bueno para unas cosas y también que tiene un lado muy muy oscuro. Y para nuestros hijos más.
Son expertos hackers y desde que empiezan a imitarnos son los mejores desbloqueando (o mejor dicho bloqueando) teléfonos móviles o encontrando nuevas características de la tele, el ordenador, la tablet… Y todos o casi todos estos dispositivos están conectados a internet.
Por mucho que utilicemos los controles parentales, siempre habrá algún amigo que no lo tenga conectado o que se lo haya saltado y le explique a nuestros hijos cómo hacerlo.
Los teléfonos móviles
Las compañías telefónicas nos meten entre ceja y ceja que es mejor contratar el pack familia feliz: Podemos tener a nuestro hija o hijo localizados, su gasto controlado y otros mil parabienes… pero… ¿quién controla el acceso a ese móvil?
Tenemos el ordenador con conexión a internet en casa en el salón, para ver qué hace y saber con quién conecta o no, pero lleva un dispositivo conectado a la red en su bolsillo que muchas veces no tenemos controlado.
No es de extrañar que ciertas imágenes y contenido que no nos gustaría ver en sus manos sea moneda de cambio y contenido habitual en el móvil de adolescentes. Esto provoca que tengan una visión distorsionada e interioricen este tipo de imágenes/vídeos como algo normal.
Grupos privados de Facebook y Snapchat
Snapchat, red cuyos mensajes desaparecen tras ser consumidos o visualizados por el usuario al que se le envían, y los grupos privados de Facebook a los que sólo los administradores pueden darte acceso son los grupos más comunes entre adolescentes y sobre los que menos control hay.
Pero cualquier red social puede ser utilizada para estos fines.
Este tipo de espacios libres de adultos junto con la confusión y el estado natural de un adolescente hacen de estos espacios el caldo de cultivo perfecto para el acoso o cyberbullying permitiendo toda clase de abusos, presiones para pedir fotos con poca o ninguna ropa, difusión sin control de rumores y un largo etcétera que, como decía antes, escapan a nuestro control.
Las chicas lo tienen peor
Los chicos también son acosados de esta manera, pero es cierto que las chicas suelen ser las más acosadas o presionadas en estos grupos.
En nuestra sociedad las mujeres son casi siempre tratadas como objetos: Modelos hiperdelgadas en televisión, publicidad, revistas, películas. Tratamientos de belleza y antiarrugas sólo para ellas y el “deber” de tener siempre un aspecto perfecto sólo hacen que nuestros adolescentes chicos obedezcan a la tendencia y las continúen viendo como objetos y no iguales.
Tenemos que ser conscientes de qué les transmitimos y los impactos y mensajes que están recibiendo en su día a día.
Qué podemos hacer
Como decíamos al principio, no todo es malo sobre las redes sociales, pero sí que tenemos que tener en cuenta que nuestros hijos no sólo se ven influenciados por nosotros. En su vida diaria se relacionan con mucha más gente y somos conscientes de los mensajes que nuestra sociedad difunde y glorifica.
Por mucho que no quieran que les molestemos, que nos digan que no les entendemos y muchas más cosas que vendrán (son adolescentes) nos necesitan y debemos estar con ellos. Los padres que hayan tenido más tiempo que dedicarles cuando eran más pequeños y hayan establecido una relación de confianza anterior con ellos lo tendrán un poco más fácil, pero debemos estar ahí con ellos y para ellos, sobre todo en términos de acoso que puede desembocar en casos muy graves.
Saber que todo esto existe es la mitad de la batalla, la otra mitad consiste en escucharles aunque no nos estén hablando, de este modo sabremos si algo va mal.